P. Profesor, comienza la temporada ballenera, ¿cuál es la importancia, el valor, la trascendencia?
R. Así es, desde enero hasta marzo, en las aguas dominicanas que corresponden al Océano Atlántico, vale decir, desde la Bahía de Samaná hasta los Bancos Marinos de La Plata y la Navidad, se da uno de los eventos de la naturaleza más trascendentales de todo el planeta: el cortejo y apareamiento de las Ballenas Jorobadas.
Estos gigantescos animales, los segundos más grandes que le quedan al planeta y por una razón todavía desconocida, la mayor población mundial de esta especie que aún sobrevive en los mares y océanos de la Tierra, se desplazan anualmente a las costas dominicanas para cumplir con la fase más delicada de su ciclo biológico: la reproducción.
Aunque las Jorobadas o Yubartas se concentran específicamente en este punto del planeta, justo en invierno para saltar, cantar, soplar y hacer sus mejores galas, escenificando uno de los espectáculos naturales más impresionantes de los mares que animal alguno pueda realizar, fue en 1986 cuando la profesora y bióloga marina Idelisa Bonnelly de Claventi logró cumplir uno de sus sueños más acariciados, la creación del Santuario de Mamíferos Marinos de los Bancos de La Plata y La Navidad, con el propósito de salvaguardar este espacio, como uno de los ecosistema más valiosos, para garantizar la existencia de la Megaptera novaeangliae.
Originalmente (1986) se escogió una superficie de 3,800 kilómetros cuadrados, a 50 kilómetros al norte Puerto Plata para crear esta área marina protegida (la primera en el mundo con este propósito), pero 10 años después (1996), se ampliaron los límites de su hogar a 25,240 km2, mediante el Decreto 233-96, con un artículo (No. 22), que ampliaba su protección a todas las aguas territoriales de la República Dominicana.