Con la convicción de que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) no se divide y considerando como un cordón sanitario la decisión de hacer la convención interna con la participación solo de los delegados, los senadores Santiago Zorrilla e Iván Silva se pronunciaron ayer sobre la crisis que atraviesa esa organización.
Para el vicepresidente del Senado de la República, Santiago Zorrilla, es imposible pensar que por la exclusión de las bases a participar en el proceso, el PRM se va a dividir y lo reduce a un choque de opiniones. es increíble pensar que no pueden darse este tipo de encuentro de ideas.
Ahora, hablar de división en el PRM, eso ni lo sueñe”, dijo el senador seibano.
Aseguró que eso no ha pasado por la mente de los perremeistas, independientemente del desacuerdo que tengan con el método de escogencia de sus directivos.
Zorrilla explicó que la decisión no está fuera de los estatutos y lo que decida la comisión ejecutiva es lo que se aplica en el momento. “Yo nunca estaré de espaldas a lo que apoya la mayoría de nuestro partido”, destacó, indicando que odeberá lo que decidan.
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El trueno de Silva
Mientras que el senador Iván Silva consideró que la dirección del PRM coloca “un cordón sanitario” con su decisión de no optar por el voto universal y defendió a los delegados.
“Definir una Asamblea de Delegados como una convención de empleados es un despropósito contra la dignidad de los delegados”, expresó Silva.
Destacó que estos están ahí por sus méritos políticos en la lucha social, a diferencia de los que han subido solo por los medios de comunicación y por el neoexpresionismo dado por las redes sociales.
Calificó de legal, humana y atinada la resolución, aunque destacó que respeta el disenso de Guido Gómez Mazara y de Ramón Alburquerque, a quienes recomendó no ver como un defecto el proceso de escogencia sino para dar valor a los mandos medios, que fomentará la competencia en los comités de base.
Pidió además comprensión y mesura, aunque reconoció que tienen el derecho de objetar lo decidido, pero advirtió que querer judicializar al PRM por una discrepancia procedimental, buscando la verdad democrática en un tribunal en lugar de las urnas, podría llevarles a perder el aprecio político y electoral en los delegados, que pudieran sentirse vejados por ellos restarles méritos.