Hace una semana se vivió una escena en las calles de Santo Domingo, la cual no quisiera que se repitiera por lo que me hizo recordar. Una vez más los “dueños” (los transportistas) del país hicieron de las suyas. Dejaron varados en la calle a miles de dominicanos, que se levantan cada día para engrandecer nuestra patria y llevar mesada a sus casas. Ya casi uno se ha acostumbrado, a esa actitud de desprecio hacia los dominicanos, que hacen estos señores en busca de sus privilegios. Su lucha particular no es por el precio de los combustibles que tanto afectan a nuestro pueblo; estos señores andan siempre detrás de lo “$UYO”. Esta vez la cosa fue diferente, no fueron ellos con sus carcachas que obstruyeron el libre tránsito de los demás, ahora fueron los usuarios del servicio, los dominicanos de a pie, que indignados por la situación se tiraron a las calles, cosa que debe llamar a la atención y preocupación del gobierno. Ese momento me hizo recordar a la “Primavera Árabe” que aunque aquí hay pocos árabes y la primavera casi no se percibe, es igual de preocupante; en esta ocasión fueron los espontáneos quienes se “tiraron” a las calles. Lo cual debe preocupar, porque con las masas enardecidas y descontroladas no puede nadie; ni siquiera una nueva versión de la represión de los 12 años de Balaguer.
Dicho esto, vale la pena recordar la primavera árabe y cómo empezó esa serie de manifestaciones con efecto dominó en el mundo árabe. Todo comenzó en la ciudad de Túnez cuando un “chiripero” fue despojado por la policía de sus mercancías (algo que aquí se ve a diario), éste en forma de protesta se quemó a lo bonzo. Mientras agonizaba, miles de tunecinos se rebelaron contra las malas condiciones a las que el país estaba sometido. Desde 1987 Túnez era gobernado por el dictador Zine el Abidine Ben Ali, después de 10 días de protestas (La revolución de los Jazmines) con todo el pueblo en las calles, Ben Ali se vió obligado a dimitir. Le siguió Egipto cuando millones de manifestantes (la revolución blanca) obligaron a dimitir a Hosni Mubarak, quien llevaba 30 años en el poder; a seguida como efecto dominó era el turno de Muamar Gadafi con 42 años en el poder; en Yemen, el país más pobre del mundo árabe, Ali Abdullah Saleh fue obligado a dejar el poder en 2012 con todo el pueblo protestando (las cintas rosadas) por más de un año; éste tenía gobernando 21 años. En Siria contra Bashar Al Assad todavía al día de hoy siguen los conflictos.
En conclusión, aquí no somos árabes y la primavera casi no se siente; lo seguro es que con los espontáneos en las calles nadie puede… ¡Cuidado con los espontáneos!