El sacerdote José Luis de León, de la Iglesia Santa Cruz, de Baní, denunció en una carta leída en misa a mediados del pasado año la situación de inseguridad que vive la provincia Perevia, sobre todo su municipio cabecera, Baní, ante la pasividad de las principales autoridades.
A continuación el texto íntegro de la comunicación
Baní, provincia Peravia
Nos hemos dejado arrebatar nuestro pueblo. El drama de la delicuencia se ha adueñado del municipio. Antes era un pueblo que se destacaba por gente trabajadora, estudiosa y sobre todo por la limpieza. Hoy día se destaca por el gran número de colmadones en pleno centro de la ciudad. consumo masivo de drogas, robos, asaltos y atracos a mano armada, ante la indiferencia de las autoridades policiales llamadas a enfrentar estos hechos, lo que ha traído mucha intranquilidad a las familias.
La inseguridad reina, da pavor caminar por las calles o trasladarse en motocicletas, el medio de transporte más usado en nuestro pueblo, lo cual amerita mucha atención de quienes tienen la potestad de tomar decisiones en favor de nuestro pueblo.
Eugenio María de Hostos decidió vivir en Baní, porque era un pueblo de gente culta y trabajadora, llegando a decir “Baní es una familia”. Hoy la familia banileja no puede salir de su hogar por miedo a los delincuentes de noche y de día. No existe régimen de consecuencia.
Robaron en la casa donde a principio de siglo vivieron los primeros obispos de las diócesis y todavía no hay respuesta.
Policía delatora
Aun no tenemos respuesta de la investigación del robo a la casa en la que vivieron los primeros obispos y de muchos otros que suceden a diario. Cuando un ciudadano común va a querellarse, siempre sale con las manos vacías. Por lo que hemos perdido hasta el interés de querellarnos. Por la poca atención prestada y por miedo a ser delatados por parte de la misma Policía. ¿En mano de quién estamos ? ¿Quién puede salvarnos?