Los ruidos de campañas electorales a base de mucho dinero y la complacencia que desborda en los mítines a los que una parte de los «correligionarios» acude en busca «de lo suyo», no coinciden con la realidad certificada por encuestas acreditadas de que solo el 24% de la población ve con buenos ojos a los partidos políticos a la saga de las adhesiones que conservan las iglesias (61%), la figura en particular del Presidente actual (54%) y las asociaciones empresariales (41%).
Impulsaron preocupaciones por lo que significaría para el futuro de la democracia los motivos que en el último certamen (2020) generaron un abstencionismo de un 44% de los inscritos en el Registro Electoral. Aunque la pandemia del coronavirus pesó como factor, con el paso de los años la inasistencia a sufragios se agudiza sobre todo cuando se trata de elegir autoridades municipales y al Congreso Nacional. Este poder del Estado sólo cuenta con la conformidad del 30% de los ciudadanos consultados, a impopularidad institucionalmente riesgosa que explicaría la poca importancia que los votantes confieren al renglón legislativo en el que abundan irritantes privilegios y desconexión de reclamos sociales.
Ya en el decenio pasado, emergía en un debate de intelectual divulgado por la publicación «País Temático» (dominicano) la advertencia de que los partidos políticos del país habían entrado en un delicado proceso de pérdida de legitimidad y confianza frente a la ciudadanía. Se les reprochaba haberse convertido en maquinarias de promoción desligadas de las demandas de los electores y distanciadas de promover los valores ideológicos y doctrinarios mientras los niveles de abstención se incrementaron entre un 24% y un 30% en comicios celebrados hasta el año 2,000.
Con anterioridad, la analista política del periódico HOY, Rosario Espinal, alertó desde su columna a la opinión pública de que, a propósito de lo que ocurría en República Dominicana y otros países, la abstención electoral contradice uno de los principios y conquistas fundamentales de la democracia que es la de que el pueblo elija a sus gobernantes. Aunque no se trata de un indicador completo sobre la satisfacción o insatisfacción de la ciudadanía, con frecuencia se utiliza para medir la legitimidad de los procesos políticos, argumentó.
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Ruedan cuesta abajo
La Encuesta de Cultura Política propiciada por el Instituto de Investigación Social para el Desarrollo (ISD), cuyos hallazgos este periódico divulgó en una serie de notas aparte, es indicación de la continua caída en la estimación pública que experimentan los partidos políticos retratados como «las instituciones menos confiables», haciendo compañía al Congreso y a la Policía Nacional.
Medida individualmente, la confianza de la ciudadanía en las agrupaciones partidarias sigue siendo de bajos niveles para la generalidad con el Partido Revolucionario Moderno (PRM) el actual en el gobierno, con un 39% a su favor, seguido por la Fuerza del Pueblo con un 35% y el Partido de la Liberación Dominicana situado en un 26% en el más significativo desplome viniendo de un 45.8% en el 2017. Los otros: el PRSC con 23% y Alianza País con 20%. No se explicó la ausencia en el estudio del PRD llevado a lo residual por la desbandada que convirtió al PRM en la fuerza política de mayor militancia. El mismo «jacho» que el profesor Juan Bosch pautó pero con otro color y otras actitudes.
El ISD aplicó una encuesta a nivel nacional de manera presencial en hogares con una muestra de 2,500 personas en mayoría de edad llegando a la conclusión de que las instituciones democráticas están en crisis de confianza y por tanto de legitimidad aunque algunas de ellas experimentaron tímidos aumentos en comparación con un estudios similar en el 2021.
Aparecieron, eso sí, preocupantes indicios anticipados para quienes en menos de dos años militarían contra la reelección, pues el sondeo colocó de manera personal al presidente Luis Abinader en un importante nivel de confianza junto a las iglesias y las Fuerzas Armadas, con una aprobación de un 54%, aunque registrando (en el marco del declive generalizado) un disminución de un 11.88 puntos porcentuales en comparación con lo que obtuvo en el 2017: 68.88%.
Motivos de peso
Al emitir conclusiones sobre el creciente descreimiento del dominicano en la democracia y los partidos políticos el Instituto de Investigación Social para el Desarrollo señala como un primer factor el cambio de gobierno en el 2020 «debido a las acusaciones de corrupción al partido que había estado que en el poder por dieciséis años» subrayando «la inconformidad de la ciudadanía ante supuestos actos de corrupción administrativa y la impunidad alrededor de estos», por lo menos hasta que el Ministerio Público fue convertido por el régimen entrante en un activo ente independiente.
El estudio de reciente publicación destaca el bajo nivel de confianza en los partidos políticos como expresión de una profunda crisis de legitimidad de instituciones tradicionales de representación. La atribuye también a un sentimiento en la sociedad de que «las decisiones tomadas por quienes gobiernan no guardan conexión con los intereses de la población al mismo tiempo que benefician mayoritariamente a quienes ostentan el poder o tienen relación con este».
El «País Temático» (dominicano) surgido con presencia digital como tribuna para el debate de las ideas políticas, sostuvo en una de sus recientes divulgaciones que «los partidos políticos dominicanos, poco a poco, se han desconectado de las demandas y deseos de los ciudadanos. Cada día son menos representativos de la sociedad puesto que sus estructuras internas han sido tomadas por burócratas que solo piensan en las tácticas y amarres electorales».