Descubrimiento, conquista y colonización de América desde el utilitarismo

Descubrimiento, conquista y colonización de América desde el utilitarismo

El descubrimiento, la conquista y la colonización son tres etapas distintas de la interacción entre los europeos y las poblaciones originarias del continente americano después de la llegada de Cristóbal Colón. El descubrimiento de América se refiere al primer contacto europeo con el continente americano en 1492. En este contexto, «descubrimiento» implica que Europa no tenía conocimiento previo de la existencia de estas tierras y culturas antes de la llegada de Colón, aunque las poblaciones aborígenes ya vivían en América mucho antes de la llegada de los europeos. La «conquista», por su lado, se enfoca en la subyugación militar y la ocupación de las poblaciones indígenas por parte de los europeos. Estos términos representan etapas clave en la historia de la interacción entre Europa y América en el período posterior a 1492. La colonización de América se refiere al proceso a largo plazo en el cual los europeos establecieron asentamientos permanentes (colonias) en el continente americano. Procedieron a la fundación de ciudades y pueblos, la explotación de recursos naturales, el establecimiento de sistemas de Gobierno, la introducción de nuevas instituciones y culturas europeas en el continente. Todo ello para expandir su influencia, riqueza, recursos y poder a través del control de tierras y poblaciones en otras partes del mundo. Este proceso comenzó poco después del descubrimiento y continuó durante siglos, llevando a la formación de colonias europeas en América del Norte, América del Sur y otros lugares.

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Para los fines de esta reflexión veremos estas tres etapas desde el punto de vista del “utilitarismo” a sabiendas de que cada época tiene sus propios problemas y, además, de que sin ningún tipo de miramiento a lo largo de la historia de la humanidad con frecuencia se han separado las cuestiones morales de las fácticas. Y es que ante situaciones puntuales los que ostentan el poder realizan ciertos actos por el mero hecho de que son posibles. Recordemos que el utilitarismo es mencionado en los diálogos de Platón cuando en el Critón se inserta el argumento utilitarista para justificar la obligación política de los ciudadanos de someterse a la autoridad de la polis. Esta teoría encontró sus defensores en Francis Hutchinson, Jeremy Bentham y John Stuart. El concepto se puede resumir en dos palabras: maximizar el bien. Los utilitaristas sostienen que toda la ética y la filosofía política se reducen a esa máxima: el principio de utilidad. El utilitarismo centrado en la visión de que el valor moral de una acción depende completamente de sus consecuencias. Por lo tanto, debemos considerar las consecuencias de la acción y a todos los que afecta. Pero para evaluar la acción debemos preguntarnos si es correcta o incorrecta y, sobre todo, si es la mejor. La acción moral depende totalmente de las consecuencias. ¿Pero quién decide qué es lo bueno o lo mejor? Y… ¿para quién? ¿Quién decide cuáles son las consecuencias deseadas y a quién y a cuánta gente afecta? ¿Acaso matar y torturar se justifica bajo las premisas del utilitarismo?

Sería bueno preguntarnos si en los temas del descubrimiento, la conquista y la colonización de América existen dilemas morales indisolubles cuando los observamos desde el punto de vista de los colonizadores, los pueblos originarios (indígenas) y el utilitarismo. Pudiéramos afirmar que a medida que fueron avanzando los hechos y complicándose las circunstancias surgieron conflictos debido a diferencias culturales, religiosas, políticas o territoriales, diferencias étnicas o raciales, prejuicios, discriminación, explotación de gente y recursos… El nivel de violencia con que manejaron la situación los conquistadores y colonizadores dejó heridas históricas imborrables e hizo imposible una coexistencia pacífica.

Al aplicar el utilitarismo en el análisis del proceso y contexto de los tres periodos mencionados hay algunas consideraciones que nos parecen clave: el descubrimiento de América permitió la difusión de conocimiento y tecnología entre diferentes culturas. Esto puede ser visto como un aspecto positivo desde una perspectiva utilitaria, ya que el intercambio de ideas y tecnología a menudo conduce al progreso y al aumento del bienestar general. En cuanto al legado histórico y cultural: el descubrimiento de América dejó un impacto duradero en la historia y la cultura de todo el mundo. Esta diversidad cultural resultante puede ser vista como enriquecedora. La aplicación del utilitarismo al análisis del descubrimiento de América implica sopesar las consecuencias positivas y negativas en términos de bienestar y felicidad de las personas involucradas, tanto en el pasado como en el presente.

Para Europa el Descubrimiento de América fue positivo sobre todo desde el punto de vista económico, ya que abrió nuevas rutas comerciales, expandió el conocimiento geográfico y permitió el intercambio de alimentos, tecnología y cultura entre los continentes. El acceso a nuevos recursos naturales, como metales preciosos y alimentos, así como el intercambio de conocimientos y tecnología, podrían considerarse como factores que contribuyeron al bienestar general de esas sociedades. Desde la perspectiva del utilitarismo, debemos preguntarnos, una vez más, y considerar si estas mejoras justifican el sufrimiento y las injusticias infligidas a estos pueblos originarios.

Para los aborígenes el descubrimiento marcó el inicio de la colonización y la opresión, lo que llevó a la explotación, la violencia y la disminución de sus poblaciones debido a enfermedades, esclavitud y conflictos. El trato brutal hacia los indígenas estuvo marcado por conflictos armados, esclavitud, opresión y la pérdida masiva de vidas… Muchas personas sufrieron como resultado de la colonización, lo que va en contra de los principios del utilitarismo que buscan maximizar la felicidad. Desde esta perspectiva, se podría argumentar que las acciones coloniales fueron inmorales debido a su impacto negativo en las poblaciones indígenas.

Los aborígenes (en nuestro caso los taínos) fueron utilizados para el trabajo forzado como mano esclava en las plantaciones de caña de azúcar, tabaco y otros productos agrícolas; en la minería para la extracción de oro en condiciones extremadamente difíciles y como servidumbre. Se convirtieron en siervos y trabajadores en las encomiendas. Las percepciones y actitudes que los colonizadores europeos tenían de los indígenas, en términos generales influyeron en su interacción con ellos. Nos referimos a la idea de superioridad cultural y racial que se utilizó como justificación para la colonización y la dominación de los pueblos indígenas. Se llegó a dudar de si eran seres humanos y si tenían alma. Eran vistos como pueblos «primitivos» o «salvajes» y se procedió a su explotación.

Es importante destacar y reconocer que la aplicación del utilitarismo en el análisis de la colonización es compleja y controvertida, ya que las opiniones varían según la interpretación de las consecuencias y el bienestar. En fin, la colonización de América involucró el encuentro de diferentes culturas y sistemas de poder donde se impuso el opresor sobre el oprimido…Determinante y positivo para Europa; devastador para los pueblos originarios.

Cerremos estas reflexiones con una frase de Eloy Martínez de “La novela de Perón” y con un párrafo de Pedro Henríquez Ureña. Ambos aplican para entender el tipo de accionar correcto versus el inmoral y de barbarie del conquistador y el colonizador sin corazón.

“[…] la voluntad de poder se funda no tanto en lo que se hace sino en lo que se esté dispuesto a hacer” (Martínez, 1985).

A continuación, un impactante párrafo del discurso “La Utopía de América”, de Pedro Henríquez Ureña, dictado en La Plata, Argentina:

“Si nuestra América no ha de ser sino una prolongación de Europa, si lo único que hacemos es ofrecer suelo nuevo a la explotación del hombre por el hombre (y por desgracia, esa es hasta ahora nuestra única realidad), si no nos decidimos a que esta sea la tierra de promisión para la humanidad cansada de buscarla en todos los climas, no tenemos justificación: sería preferible dejar desiertas nuestras altiplanicies y nuestras pampas si solo hubieran de servir para que en ellas se multiplicaran los dolores humanos, no los dolores que nada alcanzará a evitar nunca, los que son hijos del amor y la muerte, sino los que la codicia y la soberbia infligen al débil y al hambriento. Nuestra América se justificará ante la humanidad del futuro cuando, constituida en magna patria, fuerte y próspera por los dones de su naturaleza y por el trabajo de sus hijos, dé el ejemplo de la sociedad donde se cumple «la emancipación del brazo y de la inteligencia» (Henríquez Ureña, 1925, p. 41).”

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