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Compartimos la afirmación del educador venezolano Luis Irazábal, cuando expresa que “la educación superior está viviendo un proceso en trasformación estimulado por los cambios que experimentan las diversas realidades nacionales”. Este proceso actualmente en desarrollo a escala mundial tiene manifestaciones peculiares en la América Española y en la Región del Caribe, cuyos gobiernos, en la actualidad, entre otras iniciativas y en términos generales, han venido revisando el rol del Estado, reduciendo sus magnitudes y funciones, aplicando políticas macroeconómicas de ajuste estructural; también, abriendo sus economías y profundizando múltiples iniciativas de integración económica de alcance regional y subregional.
A partir de los años ochenta, junto con la restauración de la democracia en la mayoría de los países de la América Española y de la Región del Caribe, se fue extendiendo por todo ese lado del mundo un debate sobre la educación superior que nos ha permitido visualizar, entre otras, las siguientes propensiones: a) notable expansión de la matrícula estudiantil; b) restricción relativa de la inversión pública en el sector; c) rápida multiplicación y diversificación de las instituciones dedicadas a impartir distintos tipos de educación postsecundaria; d) creciente participación del sector privado en la composición de la oferta educativa ; y e) progresivo alejamiento del Estado de sus responsabilidades en el financiamiento y la regulación de la educación superior.
Todas esas tendencias, cuyas causas y consecuencias debemos estudiarlas en profundidad, posiblemente estén relacionadas con los impactos negativos de los modelos de desarrollo adoptados sobre la economía de desarrollo, entre los cuales cabe mencionar el incremento de la deuda externa; el aumento del valor de las importaciones de bienes y servicios; la participación relativamente débil en las exportaciones mundiales; y el bajo nivel de inversión, factores éstos que propenden a la inequidad social y educativa al contribuir a generar un notable aumento del desempleo abierto y encubierto, sostenido aumento de la pobreza y creciente marginación de grupos sociales desfavorecidos. Sumado a todos ellos, los efectos observados en la región como producto del proceso de globalización, de las trascendentes consecuencias de la revolución científica tecnológica, y de la creciente presión de las nuevas tecnologías de la información y comunicación han creado una situación análoga a la descrita por Federico Mayor, director general de la UNESCO, cuando en 1955 analizaba el problema a escala mundial: “En los umbrales de un nuevo siglo y de un nuevo milenio, somos testigos del extraordinario desarrollo de la enseñanza superior y comprendemos cada vez mejor su importancia vital para el desarrollo económico y social. Pero la educación superior se encuentra prácticamente en crisis en todos los países del mundo”.
La sociedad dominicana se encuentra en los actuales momentos en un período crucial de su historia. Las grandes transformaciones en el orden económico, político y social que se producen en el mundo, obligan a todos los países a redefinir sus políticas implementadas en las últimas décadas del pasado siglo 20 y trazarse nuevas estrategias.
Esta época de cambio encuentra a la República Dominicana y a casi todos los países de este lado del mundo sumido en una crisis social y económica de grandes proporciones, resultado no sólo de factores mundiales que escapan a nuestro control, sino a la acumulación progresiva de problemas no resueltos.
Entre los problemas que más afectan al Sistema Dominicano de Instrucción Pública es importante destacar las deficiencias en la formación, capacitación y actualización del magisterio en todos los niveles y grados. Y uno de los más graves y urgente: el problema de su financiamiento.