40 años en la Seguridad Social: Desprotección y privatización

40 años en la Seguridad Social: Desprotección y privatización

ALFREDO CONTE-GRAND

La Ley 1896 no separó los fondos, permitiendo su utilización a discreción de las autoridades, malgastando los ahorros para el retiro de los trabajadores.

Por: ARISMENDY DIAZ SANTANA

“Este Seguro Social es el más atrasado. Cada dos años vengo al país y no veo avances. De regreso rindo el mismo informe, solo cambiando el nombre del funcionario. ¿Cómo te llamas?”. Esta introducción de Alfredo Conte-Grand, consultor de la OIT, no me sorprendió, pero me picó el amor propio. Le conté a Ligia Leroux, directora del IDSS, y ambos juramos redoblar los esfuerzos para reformar al IDSS.
Ciertamente, el Seguro Social era el más anacrónico, fruto de la dictadura de Trujillo.

Excluía a los empleados públicos y a los trabajadores privados de ingresos medios; sólo afiliaba a los obreros más pobres, sin su familia, y los expulsaba cuando aumentaban de salario. Entre los 80 y 90, todos los Seguros Sociales de AL ampliaron su cobertura y mejoraron sus servicios, excepto el nuestro, a pesar de la diversificación económica y los avances democráticos post Trujillo.

La Ley 1896 no separó los fondos, permitiendo su utilización a discreción de las autoridades, malgastando los ahorros para el retiro de los trabajadores. El Estado dejó de entregar la contribución establecida, dando pie a la evasión privada.

El Seguro Social continuó estático ante el crecimiento de las zonas francas, del turismo, de las industrias manufactureras y de la construcción. Surgieron bancos comerciales, universidades, empresas de servicios, medios de transporte y comunicación, entre otras actividades. Creció el acceso de la mujer a la educación superior y al trabajo productivo. Ante la parálisis del Seguro Social, las grandes empresas e instituciones contrataron un seguro médico y un plan de retiro privado.

En vez de reformar al Seguro Social para responder a una demanda generalizada de protección social, el presidente Balaguer financió grandes centros médicos privados mediante el Fondo FIDE. Se construyó la Clínica Santo Domingo, el Centro Policlínico Naco y el Centro Médico Nacional, agregando 1,000 camas y equipos modernos. Además, decenas de clínicas privadas se ampliaron, remodelaron y equiparon.

Balaguer prohijó la creación y expansión de las Igualas Médicas y Seguros privados. Contrataron sus servicios las Secretarías de Estado, las empresas públicas y las instituciones autónomas y descentralizadas: CORDE, CEA, CFI, CEDOPEX, CDE y UASD, entre otras. La demanda fue tal, que en menos de una década ya existían 40 igualas y seguros privados.

Doble cotización y mayor gasto familiar de bolsillo. Además, en las negociaciones colectivas el sector laboral demandó contratar igualas y seguros médicos privados. La desprotección era tan grande, que los trabajadores de bajos ingresos preferían una doble cotización, antes que depender de una atención médica gratuita, pero incierta e insatisfactoria.

Fuimos el único país de la Región, y quizás del mundo, en donde los seguros privados voluntarios y costosos, tenían mayor afiliación que el Seguro Social obligatorio. Por cada tres afiliados a “algún seguro de salud”, dos lo hacían de manera voluntaria con las igualas y seguros privados, y sólo uno con el Seguro Social obligatorio. Y una parte de éstos, con doble cotización. Desde luego, esa preferencia tan marcada por la atención privada determinó el carácter mixto del Sistema Dominicano de Seguridad Social (SDSS), tanto en salud como en pensión.

Esta creciente demanda por la atención privada no se debía, necesariamente, a que fuera un modelo de eficiencia, sino porque, a pesar de la cobertura limitada, superaba con creces al IDSS y a SESPAS, con servicios en horarios extendidos, sin paros ni falta de suministros, con atención personalizada y trato más considerado. La ventaja del IDSS siempre residió en los tratamientos catastróficos y en las atenciones de mayor complejidad, ya que estos servicios eran excluidos por las igualas y seguros privados.

Creación del archipiélago previsional. Más del 90% de la población carecía de un plan de retiro, desamparo que indujo a crear múltiples planes de pensiones y jubilaciones con coberturas, beneficios y financiamientos muy disímiles, conformando un “archipiélago previsional” muy complejo.

Importantes empresas privadas e instituciones públicas crearon planes de pensiones y jubilaciones particulares, para los trabajadores hoteleros y gastronómicos, los portuarios y de la construcción. También para los médicos y enfermeras, los maestros, los profesores y empleados de la UASD y los periodistas, entre otros.

Politización, clientelismo y corrupción. Como resultado de la politización y del clientelismo, el IDSS tenía 27.5 empleados por 1,000 afiliados, mientras el promedio de América Latina eran 8.3. Según Carmelo Meza-Lago, el IDSS tenía la más baja cobertura de afiliados, con 34.8 médicos por 10,000 asegurados, con un promedio de 1.1 consultas diaria. El gasto administrativo llegó al 35% del ingreso.

La corrupción arropó al IDSS: nóminas hipertrofiadas, sobrefacturación y nombramiento de centenares de sindicalistas y familiares. Según, el Dr. César Mella, ex director general del IDSS, “el IDSS fue convertido en un centro de corrupción, por los representantes gubernamentales, patronales y sindicales, lo que lo llevó al colapso total”.

Ligia Leroux intentó una reforma integral pero no contó con apoyo político, porque pertenecía a la tendencia de Jacobo Magluta, rival del presidente Jorge Blanco. El IDSS fue una víctima de la triple alianza pública, privada y sindical, al extremo que nunca tuvo la oportunidad real de cumplir su rol. De mi parte, continué con el amor propio lastimado y con mi decisión de ayudar al cambio.

La falta de voluntad política y de compromiso real de protección social del Estado durante más de cuatro décadas, se tradujo: 1) en un Seguro Social atrasado y excluyente desde su origen; 2) en la ausencia de renovación, a pesar de los avances económicos y sociales del país; 3) en la politización, el clientelismo y la corrupción en gran escala; 4) en un creciente apoyo oficial a la privatización de los servicios; y 5) en un elevado gasto familiar de bolsillo, que llegó al 62% del gasto nacional en salud.

La desprotección social, el clientelismo y la creciente privatización, impidieron la reforma del Seguro Social, y determinaron el carácter mixto, público/privado del SDSS, como explicaremos en el siguiente artículo.


Diseñó el SDSS. Redactó la Ley 87-01. Primer Gerente General del CNSS.

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