La Secretaría de Prensa y Propaganda funcionó como un espacio de intensa actividad y coordinación estratégica. En su seno, militantes y simpatizantes colaboraron en la producción y distribución de mensajes, utilizando diversas herramientas de comunicación. En un artículo publicado en el año 2010, el militante catorcista Raúl Pérez Peña señaló que “tanto en el plano nacional como en el universitario, se extendió el uso del mimeógrafo, de tinta y alcohol, como el de la propaganda en las paredes. Hay mucha historia, preñada de anécdotas, sobre la confección y distribución de propaganda política impresa en mimeógrafo”.
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De acuerdo con el testimonio de Bacho, la Secretaría trabajó en estrecha coordinación con otras estructuras del partido ya que se establecieron canales de comunicación con sindicatos, organizaciones estudiantiles y grupos campesinos para asegurar que el mensaje llegara a todos los sectores de la sociedad pues en el espacio de trabajo “era frecuente ver paquetes del material que aguardaba ser sacado del taller para su envío a su destino de reparto: actividades políticas, estudiantiles, o comités y organismos de distintos sectores, dentro de los que cabe recordar los de frente sindical”.
En ese orden, Pérez Peña resalta que “los documentos y panfletos en papel bond mantenían por más de un día su fuerte olor a tinta o alcohol”, los cuales se encontraban en los improvisados “talleres de impresión” en donde “subía la incidencia del olor a tinta en un ambiente matizado por manchas negras del denso líquido”. Otro aspecto central en las actividades de la Secretaría de Prensa y Propaganda fue la distribución del periódico El 1J4, el cual se distribuía en mercados, sindicatos, universidades y en diferentes barrios populares del país.

El proceso de distribución era riesgoso pues requería de una red bien organizada de militantes que, en muchas ocasiones, transportaban los periódicos ocultos entre mercancías o documentos personales para evitar su detección. Siguiendo el relato de Fidelio Despradel “el periódico era distribuido por una gran cantidad de osados jóvenes, que con el periódico disimulado en un paquete bajo el brazo, esquivaban a los “paleros”, a quienes les aterrorizaba la salida de aquel combativo instrumento que encendía los crecientes sentimientos antitrujillistas de la juventud, la cual despertaba a la vida política, y el firme contingente de veteranos de la lucha contra la tiranía, que veían en la juventud que se tiraba a la calle, la materia prima de los cambios con los que todos soñábamos en aquellos instantes”.
Así pues, las interacciones entre sus miembros eran constantes, combinando planificación táctica con acciones directas para difundir la causa revolucionaria. En ese sentido, merece particular reconocimiento, el trabajo del inolvidable Tony Barreiro, quien, según Fidelio Despradel, “era la figura principal dentro del andamiaje de la administración y distribución del periódico 1J4, que en aquellos días salía dos veces a la semana, con tiradas que superaban los 50,000 ejemplares y que era impreso en la clandestinidad, en varias imprentas a la vez (Un pliego en cada una de ellas), para luego ser compaginados en un espacio lejos de la mirada de los paleros y agentes secretos”.
Otra figura importante, fue Francisco Xabier “Pichi” Mella, quien, junto a Barreiro, confeccionó una especie de “arma blanca” con la que “día por día se trasladaba con uno o dos miembros del equipo del 1J4, desde el local en la calle El Conde a su casa materna, en la calle Arzobispo Meriño, frente a donde se encuentra hoy Casa de Teatro, con esa arma en una mano y un maletín en la otra, conteniendo el dinero que le entregaban las decenas y centenares de distribuidores del periódico 1J4, y algunos papeles con recibos y otros menesteres”. Ciertamente, la moral y la ética revolucionaria constituyeron la base del trabajo honesto que inspiraba a los militantes a servir desinteresadamente al pueblo.
La propaganda visual era una de las tácticas más efectivas para difundir mensajes revolucionarios. Al respecto, en la memoria de Bacho siempre estuvieron presentes los “recuerdos del uso de la “bomba de flit”, que tanto usamos en el Movimiento Revolucionario 14 de Junio. La “bomba de flit” se usaba sobre la superficie de la “plancha de hojalata”, colocada verticalmente en paredes de arterias viales de alta visibilidad en el barrio o ante el desplazamiento vehicular. Las consignas divulgadas eran muy breve texto por el difícil manejo del letrero. Citaré solo una de las consignas que divulgamos profusamente: “El 1J4 tenía razón”.
No menos importantes fueron los diseños de materiales gráficos con consignas llamativas, los cuales fueron elaborados con el propósito de alertar al pueblo dominicano y movilizarlo hacia la lucha. Miles de afiches y letreros se desplegaron por todo el país en espacios públicos y lugares estratégicos a los fines de captar la atención de la población tal como lo expone Rafael Chaljub Mejía en su libro La guerrilla del decoro donde comenta sobre la abundante y combativa propaganda que los compañeros de la región noreste habían realizado contra las amenazas del golpe al gobierno del Prof. Juan Bosch “en postes del tendido eléctrico, paredes, troncos de árboles, puentes, alcantarillas, estaban las consignas llamando a la resistencia contra el cuartelazo: “Unidad frente al golpe… Contra el golpe militar, huelga general”, eran algunas de ellas”.