Asisto a esta cita científica como un caballero del medioevo; acepto la invitación para comentar sobre el estrés. Claro, que en este caso no hay un duelo como sucedía con los famosos duelistas franceses. En su columna del pasado lunes el dilecto amigo Dr. José Miguel Gómez, psiquiatra, hace una muy amplia y completa revisión de los daños del estrés desde el punto de vista psicosocial y me pidió mi opinión organicista como neurólogo; ambos estamos empeñados en convertir los complejos conocimientos científicos en aspectos digeribles para el gran público. Es por eso que con la distinción de un lord inglés recojo el guante blanco del duelo, para así opinar sobre los aspectos de las alteraciones orgánicas que nos produce el estrés.
El severo estrés psicosocial que hemos vivido en estos últimos meses tiene un profundo impacto en el bienestar y la salud. La respuesta al estrés está asociada principalmente con la amígdala, esta es un área localizada en el lóbulo temporal, estrechamente relacionada con el sistema emocional y la memoria del humano. Es una estructura crucial del sistema de defensa del miedo, esencial para la cognición social y la regulación de nuestras emociones. Se ha demostrado que un aumento metabólico en estas amígdalas cerebrales produce una inflamación neuronal y conduce a la enfermedad cardio metabólica (hipertensión, taquicardias, ahogos, insomnio, palpitaciones, diabetes, fatiga, apatía, alteración de memoria, problemas de atención, dificultad para encontrar las palabras correctas, etc.).
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Las condiciones de estrés y ansiedad activan el sistema de defensa del miedo y producen daño a las neuronas y conducen a la inflamación celular y al estrés oxidativo, por eso las condiciones de gran ansiedad, estrés sostenido y depresión dañan las neuronas. En el primer estudio sobre el tema, Tawakol et al (2017), demostraron que el estímulo del estrés y la ansiedad indujeron al desarrollo prematuro de la arterioesclerosis y a eventos de enfermedades cardiovasculares (infartos y derrames). El estrés oxidativo tiene lugar cuando se producen en las neuronas compuestos que no son útiles para la vida, actuando como tóxicos de las mismas (radicales libres, agua oxigenada, etc.). Esta condición es muy común en las neuronas sometidas a estrés sostenido, también se activa el sistema de apoptosis (las mismas neuronas matan las células defectuosas) Esto entorpece la plasticidad neuronal, esto significa que en esos estados de estrés y ansiedad es por lo que se dificulta el aprendizaje, genera conductas bizarras e impide almacenar lo aprendido. Estos efectos mencionados en el daño neuronal son particularmente procesados por la amígdala y la corteza prefrontal medial; estas son las áreas de importancia para manejar la cognición social.
En la modernidad se plantea que una sola proteína cerebral parece mediar la resistencia al estrés y a la depresión. Los investigadores encontraron que la actividad beta-catenina en las neuronas del receptor de dopamina de tipoD2 en el núcleo accumbens (es una de las áreas más importante del sistema de recompensa en el humano, profundo en el cerebro) desempeña el papel central en la capacidad que tenemos para lidiar con el estrés y hacernos resistente a la depresión.
Es decir que el estrés es dañino debe ser evitado pues las muertes de neuronas nos llevan a la infelicidad. Manejarlo en lo posible, enfatizar en los aspectos que nos dan alegría, satisfacciones y tranquilidad, lo que nos permite en lo posible ser felices, sin olvidar “las 5 íes” de la felicidad: inmediata, intransferible, innegociable, indefinible, e inconcusa.