En tiempo de inflación siempre el tema salarial obliga a su discusión como política pública y privada, al igual que las decisiones financieras familiares y se hace con el objetivo de acercar los salarios al nivel del costo de la canasta básica, reduciendo su brecha. Ahora que el sector empresarial toma la iniciativa de promover una discusión para impulsar un ajuste salarial voluntario, no podemos afirmar que es una postura neoclásica, tampoco keynesiana sobre el tema del empleo y el salario en la economía.
El denominado equilibrio general de la economía, respecto a los salarios, en la posición de los empresarios no queda promovido por una interacción entre la oferta y la demanda en el mercado laboral, tampoco resulta del entendimiento keynesiano, de que, el ajuste de los salarios nominales elevará la demanda, al parecer su conducta deriva de una posición reputacional y coyuntural que debe ser saludada y apoyada, pero con algunas puntualizaciones.
Como es sabido, el costo de la canasta básica nacional supera los 42 mil pesos al mes -acumulándose sobre un 16.0 % de inflación en los dos últimos años-, mientras que, el salario mínimo mayor es de 20 mil pesos, lo que significa que solo puede cubrir alrededor de un 48.0 % del valor de la referida canasta. El déficit de la cobertura salarial, denota que los ingresos monetarios nominales de los trabajadores no encajan con el entorno de un mercado que asigna los recursos en forma racional y óptima; por el contrario, esa acción ni la que ejecuta la parte gubernamental con la inversión pública, no parece alinearse, dado la escasa ejecución presupuestaria en su componente del gasto de capital, que apenas alcanza el 9.0 % del gasto total.
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En el marco de la intención de ajustar el salario en el sector privado en forma voluntaria, debe ser considerado el punto, que así como la iniciativa ha salido de los empresarios, estos también deben asumir el compromiso de no trasladar la indexación salarial por inflación a los bienes y servicios que se transan en el mercado, argumentando luego incremento de costos, pues esto último ha ocurrido y el sector productor lo ha trasladado al mercado, una prueba de ello es la inflación de los bienes y servicios no transables, que se ubica a julio de 2022 en un 5.19 %.
El otro componente es el de la posibilidad de que un ajuste salarial voluntario, genere una reducción del empleo formal, al promoverse en las empresas, la utilización de una menor mano de obra, aludiendo supuestas mejoras en la capacidad productiva, asociada a la innovación y demás justificaciones que pueden presentarse a favor de la productividad.
Es bueno destacar que la actual composición del mercado laboral dominicano sufrió un cambio, favoreciendo una mayor cantidad de empleo informal sobre el formal, al pasar el primero de un 48.0 % antes de la pandemia a un 52.0 % con la vuelta a la denominada normalidad. El agravante del referido cambio, es que los trabajadores informales están desprovistos de todo tipo de seguridad social y laboral, al tiempo de que los salarios nominales tienden a ser menores que en el sector formal.
Acerca del tema de la apreciación del peso dominicano frente al dólar estadounidense, que se ha apreciado en un 7.33 % desde principio de enero hasta la cuarta semana de agosto de 2022, contrario al pronóstico de las propias autoridades que, en el marco macroeconómico del corriente año previeron una depreciación monetaria de entre un 3.60 a un 4.0 %, resulta un fenómeno para examinarse con cautela.
La evidencia internacional no es unísona respecto al tema cambiario, unas monedas se han apreciado y otras depreciado. En Latinoamérica encontramos que algunas monedas como el Peso uruguayo se ha apreciado en un 11.30 % en lo que va de año, el Real brasileño en un 9.51 % y otras le aconteció lo propio, pero con menor ganancia para su signo monetario, tales son los casos de el Sol peruano con un 3.22 % y el Peso mexicano con un 3.17 %.
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En el lado opuesto con depreciación se encuentran el Peso chileno con un 3.51 %, el Peso colombiano con un 2.70 % y el Peso argentino 23.61% y del otro lado del continente, el euro frente al dólar estadounidense, con un 12.0 %, hasta incluso llegar a perder la paridad dos veces en lo que va del año.
Cada caso del desempeño cambiario tiene su explicación, a modo de muestra tenemos que, con relación al Peso uruguayo, las exportaciones de ese país en productos como la soja, carne y celulosa ha sido significativa y en el lado contrario, la depreciación del euro, la encontramos en la caída de su economía, junto con la dilación del ajuste al alza de su tasa de referencia monetaria frente al de la FED.
Sobre el caso dominicano, a la apreciación del peso le ha favorecido la poca movilidad hacia el incremento en el monto de las operaciones del mercado cambiario, la que ronda los 26 mil millones de dólares al año, reduciendo la presión por el lado de la demanda. Por otro lado, el aumento de las reservas internacionales que superan los 14 mil millones de dólares, favorecida por el incremento de las remesas que rompieron récord histórico, también, la política de endeudamiento público del sector no financiero, que desde el 2020 al 2022 ha pasado de US$ 30,702 millones a US$ 36,491 millones y la elevación de la tasa de interés de política monetaria.
La apreciación del peso tiene ventajas y desventajas. Sobre la primera, favorece al clima de estabilidad y al sector importador, por aquello de que le sale menos costoso comprar en el exterior teniendo que utilizar menos pesos por cada dólar y por el lado fiscal, puede ayudar el fisco a que el peso del servicio de la deuda sea inferior, al comprar los dólares a una tasa cambio menor que la prevista.
Por el lado de las desventajas, la apreciación del peso dominicano, perjudica al sector exportador, dado que sus costos son en pesos y estos han aumentado por la inflación, mientras reciben menos pesos por cada dólar que ingresan por sus ventas en el exterior. Lo propio le acontece a la familia que recibe remesas, hoy al cambiar los dólares, recibe una menor cantidad de pesos en la misma magnitud de su apreciación. Similar situación le sucede a la inversión extranjera y al turismo.
En la actual coyuntura económica dominicana, las autoridades deben alinear sus objetivos y priorizarlos, como una manera de que las políticas públicas no presenten desvíos por los conflictos que genera la primacía de una sobre otra, en un entorno al parecer no coordinado.