Todos aquellos que ocupan importantes posiciones dentro de cualquier estamentos llámese como se llame, tienen a su alrededor una serie de personalidades, las cuales y muchas veces en base a sus amplios conocimientos, (como debe ser), se convierten en asesores de esas instituciones o de ese funcionario.
El éxito o el fracaso de esa institución o persona que ocupa la posición cimera o que en un futuro aspira conquistarla, radica básicamente en las orientaciones que ese asesor o esa asesora les dan para el buen manejo de sus funciones.
Sin embargo, desde hace algún tiempo, venimos observando cómo algunos funcionarios, en posiciones cimeras de nuestras provincias, (entiéndase senadores, diputados, alcaldes, gobernadores, y/o directores provinciales, regionales o distritales, etc.) y hasta en algunos puestos ministeriales y/o direcciones nacionales, han escogido para esa muy delicada función a personas que sin ningún tipo de conocimiento se embarcan dentro de esa importante tarea. Solo por amiguismo.
En la mayoría de las ocasiones, esa persona que dice llamarse asesor, no cuenta con los elementos básicos para llevar a cabo una buena asesoría. Es más, algunos de los que sin ningún tipo de preparación académica están ejerciendo este delicado trabajo, lo están ejerciendo sustentados con una base empírica más que en la ciencia. De ahí la importancia de los cientistas sociales y los politólogos.
Cuando el asesor carece de ese sentido común o inteligencia emocional, también carece de una serie de elementos que son muy importantes para el buen manejo de sus funciones, llegando en ocasiones hasta cometer errores y así pasar a convertirse en portador de negatividades, las cuales se traducen quiérase o no, en contra de un conglomerado social que al final termina pagando un precio alto.
Ser asesor implica además del conocimiento político y del manejo emocional, tener también fundamentos éticos, morales; pero sobre todo, un espíritu de servicio y de buenos sentimientos hacia los demás, y así estos unidos con la humildad le convierte en portador de buenas nuevas y al final, no solo esa persona a la que asesora saldría beneficiosa, sino que la principal beneficiada sería la sociedad misma.
El asesor es quien en ocasiones da la cara, quien aconseja, el que lleva la voz cantante para solucionar casos considerados delicados; el que dice la verdad cuando las cosas salen mal o bien, no el que mete la rencilla al funcionario o candidato para colocarlo en el sitial de las bajas pasiones; recuérdese, que en política como ciencia, quien es asesor, debe poseer además de las características antes mencionadas, ser un amplio conocedor de la realidad psico-social de esa comunidad en donde rinde sus servicios.