El 25 de marzo yo escribí lo siguiente: Ante la presencia en el país de la pandemia del virus Covid-19, es necesario que todos sigamos el protocolo y otras indicaciones de las autoridades sanitarias de la nación, lo que no impide que hagamos algunas consideraciones al respecto.
Todo parece indicar que el virus de que se trata no es peor que el dengue y otros similares que atacan a la población humana estacionalmente, que son endémicas en el país, excepto que pueden ser mortales en una alta proporción para los mayores de 60 años con afecciones preexistentes, como hipertensión, diabetes, sobrepeso, afecciones cardio-vasculares, pulmonares, renales, etc.
Creo que las medidas que se toman son para evitar la expansión desmesurada de la pandemia, pues solo sirven para evitar un pico que amenaza con hacer colapsar el sistema sanitario del país, porque nada podrá evitar que esa plaga azote a gran parte de la población dominicana.
Hay que tener en cuenta que en 1918, cuando la pandemia de influenza, que mató a más de 30 millones de personas, apenas circulaban unos cuantos barcos y ahora transitan millones de automóviles, miles de aviones y muchísimos barcos más, de manera que es una utopía esperar que ésta dure aquí apenas dos o tres semanas.
De todas maneras, mientras esperamos lo mejor debemos prepararnos para lo peor, que es la prolongación de esta crisis que ataca severamente a los mayores ya los infelices desempleados y minusválidos.
Para los adultos mayores debe decretarse el retiro de sus centros de trabajo públicos y privados, manteniéndoles su remuneración y recluir a los contagiados en los hoteles del Estado o de turismo hasta que pase la pandemia, sea por vacunas o medicaciones que sean efectivas.
A los desempleados hay que proveerles, más que comidas, vales para que puedan comprar en su comunidad lo indispensable para sus familias, y por supuesto medicamentos.
Cuando todo vaya regresando a la normalidad, aunque me temo que ésto va para largo, hay que organizar a la población para que se proteja, incluyendo la toma obligatoria de la temperatura en las tiendas y otros locales, al mismo tiempo que prepararse para regresar poco a poco a sus actividades regulares.
Es decir, hay que ser optimistas, pero al mismo tiempo preocuparse para enfrentar durante un trecho largo el lastre de esta pandemia; y preservar la vida de los ancianos, del personal de salud y de los que nada tienen para protegerse con sus familias.
A ese respecto, quiero recordar que aquí muchos hospitales tienen una pirámide invertida en su personal básico de salud, pues en lugar de tener 3 enfermeras por cada médico, hay 3 médicos por cada enfermera, que son las que atienden más de cerca a los enfermos.Hay que equiparlas y protegerlas porque son las principales heroínas en situaciones como éstas.
Parte de la normalización debe ser activar los preparativos para la próxima jornada electoral que elegirá al Presidente y los legisladores que gobernarán durante el período 2020-2024 a partir del 16 de agosto próximo, que esperamos tendrán mayor sensibilidad para no detener la reconstrucción de hospitales por años enteros, haciendo caso omiso de las necesidades de salud del pueblo dominicano…