Las cuentas fiscales no cuadran en la República Dominicana. El país está inmerso en una espiral de déficit y deuda que viene desde hace muchos años, y se ha ido intensificando con el pasar del tiempo.
El déficit fiscal es una situación que se presenta cuando el gasto público de un Gobierno supera sus ingresos, es decir, cuando el Gobierno gasta más dinero del que recauda. Para cubrir esta brecha, el Gobierno debe recurrir a préstamos o a la emisión de deuda, lo que acarrea consecuencias para la economía.
Si asumimos que una crisis fiscal es la incapacidad del Estado para cubrir un déficit entre sus gastos y sus ingresos fiscales, la República Dominicana se encuentra inmersa en una crisis fiscal.
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En los últimos 26 años (1997-2002), la República Dominicana ha estado gastando por encima de sus posibilidades. En ese lapso, el país registró 25 años con déficit fiscal, en los que los ingresos fiscales del Gobierno fueron inferiores al gasto total. Solo en 2007 se logró superávit fiscal. La situación de déficit fiscal en la República Dominicana es asunto de larga data.
Lo expresado anteriormente se aprecia también cuando medimos el balance fiscal del país como porcentaje de los ingresos fiscales. En 25 años, ese balance ha sido negativo y en los últimos años esa negatividad ha sido creciente; alcanzando un nivel de -26.5% en el 2022.
Para aquellos que le dan seguimiento a la marcha de la política fiscal de un país, tiene una importancia capital conocer el resultado primario del presupuesto. Este se define como el resultado financiero, descontados los intereses de la deuda en el cálculo. Lo ideal sería que el resultado primario fuera igual o superior al monto de los intereses de la deuda. En el caso dominicano tenemos que, en 18 de los últimos 26 años se ha operado con déficits primario; o sea, no se ha logrado reunir lo necesario para pagar los intereses de la deuda. Y este es un asunto preocupante.
Por lo general, un país tiene una crisis fiscal si necesita pedir prestado continuamente para pagar los intereses de deudas pasadas, que es el producto de una acumulación de déficits anuales. En tal situación su deuda sigue creciendo. Entre 2006 y 2023 el pago de los intereses de la deuda dominicana se incrementó de 1.6% del PIB a 3.2% del PIB, lo que representa un incremento del 100%.
En función del contexto anterior, la deuda del país, que en 1997 equivalía al 13.8% del PIB (aproximadamente US$2,800 millones), pasó a representar el 60.7% en 2022 (más de US$66,700 millones). En este último año, el 74% de la deuda estaba contraída en moneda extranjera. De igual manera, el 74% de la deuda es con no residentes en el país.
Si la situación de la deuda pública dominicana la vemos en función de los ingresos impositivos, encontramos que en 1997 esa deuda era equivalente al 113% de los ingresos impositivos. Para 2022 equivalía al 486%. Lo que se proyecta como déficit fiscal para el presente año es equivalente 3.3% del PIB, que significa un endeudamiento por más de US$4 mil millones. Asimismo, de acuerdo con el proyecto de Presupuesto sometido por el Gobierno al Congreso Nacional, en 2024 tendremos un déficit de 3.3% del PIB, equivalente a un endeudamiento de más de US$4,200 millones.
Al llegar a este punto surge la siguiente pregunta: ¿Por cuánto tiempo más se podrá seguir con esta política de déficits permanentes y deuda creciente? La respuesta es obvia: no por mucho tiempo. Hemos llegado a un punto en el cual, para garantizar la sostenibilidad macroeconómica, se hace necesario garantizar la sostenibilidad fiscal en el tiempo.
El desafío de gestión es lograr la consolidación de las finanzas públicas, garantizando así la estabilidad macroeconómica y el crecimiento sostenible.