De las confrontaciones geopolíticas que se produjeron a partir de finales del siglo XIX surgió el imperio del siglo XX: Estados Unidos.
En la Guerra Hispanoamericana de 1898, Estados Unidos estableció dominio imperial en territorios aledaños con la ocupación de Puerto Rico y Cuba, y presencia territorial en el Pacífico.
La Primera Guerra Mundial (1914-1918) trajo la caída de los imperios austrohúngaro, alemán, ruso y otomano. Europa y el Medio Oriente quedaron fracturados y surgieron nuevas naciones.
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) provocó más división y devastación en Europa, lo que permitió a Estados Unidos jugar el papel determinante en la posguerra con el Plan Marshall, la creación de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) y de diversos organismos internacionales, entre ellos el pilar, Naciones Unidas.
Desde entonces, los países capitalistas desarrollados han vivido la época más extensa de prosperidad económica, estabilidad política y democracia a pesar de los vaivenes.
La Guerra Fría entre Estados Unidos y la antigua Unión Soviética generó confrontaciones armadas en el llamado Tercer Mundo, pero no entre ellos, que se dedicaron a desarrollar su arsenal nuclear.
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La caída del Muro de Berlín en 1989 indicó el fin de la Guerra Fría. La Unión Soviética se desintegró y los países de Europa del Este (Polonia, Hungría, la antigua Checoslovaquia, Rumanía, Bulgaria) buscaron integración a la Unión Europea. Igual hicieron territorios que fueron parte de la Unión Soviética ubicados hacia el mar Báltico (Estonia, Letonia, Lituania). Alemania, por su parte, optó por la reunificación.
A partir de la década de 1960, las empresas de Estados Unidos comenzaron a impulsar un modelo industrial fuera de su territorio con mano de obra muy barata. De ahí la apertura de las relaciones diplomáticas con China en 1979.
Con un capitalismo a escala mundial demandando bienes, China se convirtió en la gran manufacturera del mundo y el Partido Comunista forjó un sistema de producción capitalista con partido único. Así, China gestó una clase media y empresarial, mientras el Partido Comunista solidificó su poder.
Entrado el siglo XXI, la disputa ha sido si China desplazará a Estados Unidos como potencia hegemónica. Por su parte, Vladimir Putin ha estado albergando la idea de reconstituir una Federación Rusa que integre territorios perdidos. La invasión a Ucrania expresa ese objetivo.
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China, como planta industrial del mundo, ha expandido sus capacidades económicas y militares, pero tiene mucha población y todavía muchos pobres, con recursos naturales limitados para las demandas de su población.
Rusia tiene amplios recursos energéticos de los que depende Europa y parte de Asia. Es una potencia nuclear y tiene un sistema político autocrático controlado por Putin.
Estados Unidos es energéticamente independiente y un poder militar nuclear. A diferencia de China y Rusia, no tiene vecinos geográficos con capacidad de desafiarlo, pero sufre un deterioro interno en su estructura institucional y de confianza ciudadana.
La pandemia y la invasión rusa a Ucrania con su secuela inflacionaria ponen a prueba el sistema económico y político mundial. De las confrontaciones actuales saldrá el imperio del siglo XXI.