El infierno vial de la ciudad colonial

El infierno vial de la ciudad colonial

Fabio Herrera Miniño.

A medida que avanzan los trabajos de consolidación de las riquezas coloniales de la ciudad intramuros de la capital más se aproxima el punto de explosión de la circulación humana de ese hermoso reducto de lo que fue la ciudad de los colones.

Las grandes inversiones que se realizan en la zona, iniciándose hace lustros con el Alcázar de Don Diego Colon hasta llegar a la revalorización de algunas calles de piedras como Las Damas y otras. Es un notable esfuerzo que se ha llevado a cabo para que la zona intramuros de la capital sea un verdadero patrimonio hemisférico como lo es Cartagena en Colombia y otros grandes valores que se conservan desde hace décadas en Perú o Ecuador.

Los trabajos de rescate de la zona colonial iniciaron con vehemencia en la década del 80 del siglo pasado y se iniciaron las grandes inversiones que poco a poco se han ido viendo los resultados. Y esos resultados se ven en la popularidad de la zona con una novedosa variedad de sitios para comer o disfrutar de espectáculos donde el visitante disfruta del atractivo de presentaciones y un delicioso menú gourmet de las decenas de pequeños bistrós o restaurantes que se han establecido en la zona.

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Pero la zona colonial acarrea, como una espada de Damocles, su propia destrucción con el colapso de sus hermosos sitios donde llegar sería una odisea porque no habría disponibilidad de estacionamientos para la gran demanda que cada noche se presenta en las estrechas calles de la zona desalentando a los visitantes que no encuentran en donde dejar sus vehículos, algunos son modelos de alta gama que da señales de la bienandanza de sus propietarios.

Las grandes inversiones, fruto de préstamos internacionales en especial del BID, se tropiezan que no hay suficientes estacionamientos por la gran demanda para satisfacer esa invasión cotidiana de vehículos que desde tempranas horas de la noche invaden la ciudad ovandina donde apenas existen tres sitios definidos de estacionamientos pero de escasa capacidad sin mucha cabida para la demanda cotidiana en las horas nocturnas.

Los esfuerzos gubernamentales de devolverle a la zona su belleza original ya se dejan ver los resultados cuando se encuentra calles adoquinadas, edificios que se la ha devuelto su brillo y en el entorno al Alcázar y Las Atarazanas se atraen unas multitudes de visitantes nacionales y extranjeros.

Se necesitan estacionamientos amplios en la zona. Ubicar los sitios es una tarea de envergadura antes que se derrumbe todo lo que se ha hecho en la zona y se abandonen esos esfuerzos de tanto dinero invertido en restaurantes y hoteles para pernoctar.

De ahí que localizar dos o tres lugares para estacionamiento de 100 vehículos o más es necesario. Una ubicación sería una porción de la estrecha área que es limitada por las altas murallas construidas durante la ocupación americana de 1916 hasta llegar a la calle Isabel la Católica.

Otro sería ampliar el parqueo de la Meriño que da servicio a la Catedral, la calle El Conde y a Las Damas.

En la zona de Santa Bárbara, donde se ubican en las cercanías las plantas eléctricas con mas de 50 años de instaladas, sería un área ideal que permitiría un desplazamiento cómodo en vehículos. A lo largo de la Avenida del Puerto no hay sitios adecuados por lo costoso por la cercanía del nivel freático.

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