La lírica mística es la más excelsa de la creación poética por el sentido divino subyacente en su intuición, el impacto estético de su inspiración en la sensibilidad y la huella espiritual de su revelación en la conciencia.{Autor de los poemarios Latido cierto, Si el alba se tardara, La sed del Junco, La noche, las hojas y el viento, Hilo de fuego y Tienda de la Presencia, Tulio Cordero, nacido en 1955 en San Juan de la Maguana, se formó en el Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino. Formó parte de la Congregación de los Padres Paúles y se especializó en Teología de la Espiritualidad en el Instituto Teresianum, de Roma. Actualmente forma parte de los sacerdotes diocesanos de la Arquidiócesis de Santo Domingo. Es miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua y miembro titular del Movimiento Interiorista del Ateneo Insular.
El arte de la creación teopoética, en el fuero estético de la espiritualidad sagrada, privilegia la realidad de lo viviente que asume como obra del Padre de la Creación con la exaltación de la dimensión trascendente, la sabiduría divina y el júbilo místico, lo que concita el sentimiento de valoración de criaturas y elementos. De ahí la ponderación del encanto de la naturaleza mediante la creación de imágenes, símbolos y arquetipos de alto alcance espiritual con sentido trascendente.
El cultivo de la lírica mística entraña la creación de imágenes con una singular función espiritual con sentido trascendente. Los creadores de figuraciones metafóricas, simbólicas y arquetípicas realizan esa operación estética con un sentido espiritual puesto que se trata de una alta prosapia creadora, como sucede en los poemas de Tulio Cordero.
Creador de poesía, ensayo, música, pintura y estudios teológicos, Tulio Cordero ha hecho del cultivo de la lírica la fuente inspiradora de su concepción mística del mundo y el cauce orientador de su talento creador, con un sentido edificante y luminoso del arte de la creación verbal. La suya es una lírica mística de limpia expresión estética y alta prosapia espiritual, que plasma en una obra poética, profunda y luminosa, edificante y trascendente, mediante un caudal de imágenes literarias y símbolos arquetípicos con el aliento de lo divino articulado en sede mística, como lo hace valiéndose de elementos naturales, como la lluvia, el rocío, las cascadas, los ríos, el viento, las aves, la noche, el alba, las flores, el junco, y en todo aprecia el fulgor de lo viviente que asume y enaltece como singular emanación de lo Alto en una expresión entusiasta y jubilosa, índice y veta de su alta espiritualidad mística y su agraciada sabiduría sagrada.
En efecto, la poesía mística de Tulio Cordero es fruto de sus intuiciones espirituales, su inspiración divina y su revelación sagrada, hecha con la conciencia del místico, pues según enseñara san Juan de la Cruz, los espirituales experimentan el proceso de deificación de la conciencia o la idea de “Dios por participación en el alma humana”.
Aliento místico de una lírica trascendente
La experiencia mística entraña la vivencia del éxtasis contemplativo que, según el poeta místico de Ávila y teólogo de la espiritualidad sagrada, San Juan de la Cruz, la experiencia de lo sagrado conecta el alma humana con la Divinidad, por lo cual consignó: “Por toda la hermosura /nunca yo me perderé /sino por un no sé qué/que se alcanza por ventura”.
La intuición estética, la inspiración poética y la revelación sagrada potencian la creación teopoética del poeta interiorista dominicano Tulio Cordero, como lo ilustra el siguiente ejemplo, índice de la honda sensibilidad mística y la elevada dotación espiritual de nuestro admirado teopoeta, conforme se muestra en su creación de singular intuición, inusitada inspiración y sorprendente revelación espiritual de lo viviente:
El mar es enorme.
El caracol, pequeño.
Mas
en el laberinto del caracol
está toda la sinfonía
del mar inmenso.
Yo,
que te contemplo,
soy solo
el caracol de tus misterios.
Tulio Cordero ha creado un modelo de lírica mística inspirado en las vivencias de la realidad. La lírica mística crea imágenes y símbolos inspirados en el sentimiento.
de lo divino. En tal virtud, exalta la belleza sensorial y el sentido de lo viviente como atributos sensibles de lo divino. De ahí su exaltación del sentido estético, espiritual y místico de lo viviente. De ahí que la suya es una voz ejemplar de armonía, belleza y dulzura, según revelan los siguientes versos:
Unas letras temblorosas,
solo para decirte
que no he dormido estas
noches.
…Y no es de pensar en ti,
sino de tenerte dentro.
(Es lo que no se lleva dentro
lo que se piensa).
Ave de vistoso y suave plumaje, cuello ondulado y de un vuelo planeado y susurrante es la gaviota, que encanta, fascina y emociona. El vocablo “gaviota” es un término traslaticio del aliento que remeda la onda del vuelo que repercute en la sensibilidad. Ave que alude, simbólicamente, a la fascinación de la trascendencia, la dimensión de lo invisible que traspasa el alcance sensorial en cuyo fuero pretendemos orillar el sentido de lo ignoto en la vastedad del Universo. Por eso escribió nuestro poeta:
La gaviota en sus garras trae
la clepsidra de tus ondulaciones
sobre el plata de un sol amedrentado.
Es la tarde.
No puedo mantener una postura sedente
sabiendo que la orilla es solo eso:
la orilla del Misterio.
Es tarde y me turbo,
Y, ahora, aprecio la ausencia de una piedra (6).
Sabiduría espiritual y sabiduría sagrada
El concepto místico creado por San Juan de la Cruz, Deificación, entraña la transformación espiritual de la conciencia mediante el aliento divino sentido en la experiencia mística, lo que sugiere una conciencia despierta, como la luz sobre las cosas, para desatar el velo que cubre el sentido de lo ignoto en la manifestación de lo viviente. El poeta quiere testimoniar lo que experimenta su sensibilidad en contacto con las cosas, y su corazón se estremece al sentir lo que fluye en los datos sensoriales y lo que esconden los reflejos entrañables del sentido. Por eso Tulio Cordero, impregnado de rocío y, conturbado por un estremecimiento de fulgores, canta:
Va el agua desnuda
por la piedra desnuda.
Miedos se espantan solos
si el búho deja a la noche
dormir su largo sueño.
No quiere el viento
sabios que le indiquen sus rutas.
Solo la brisa sabe
donde esconden sus llaves las auroras.
Llevo enredado el rumor
de las norias en mi alma.
También traigo
el corazón lacerado de sombras,
recocido de llagas.
Pero ahora que sé que me ves
puedo danzar desnudo
con todo el universo (8).
En el desarrollo de la conciencia sutil intervienen la sabiduría espiritual, proveniente del Numen cósmico, y la sabiduría sagrada, proveniente del Nous de lo Alto. En su lírica mística, cauce de la sabiduría sagrada, el poeta místico Tulio Cordero crea imágenes metafóricas, simbólicas y arquetípicas de alta prosapia divina y, encimado en el alado corcel de la revelación supina, escribe un poema visionario de hondo aliento místico impregnado de la gracia teopoética y la sabiduría sagrada con datos de la revelación, secreto de los místicos y privilegio de los profetas, y, el poema “Tú que cabalgas”, cauce de una visión iluminada de los mundos sutiles, revela lo siguiente:
Tú que durante el día
cabalgas sobre la nube ligera,
y que en la noche te derramas
como fuego en nuestras tiendas.
Es el oráculo de tu sombra
un valle infinito de visiones.
Y el silencio de tu ira,
un terrible estruendo.
Experiencia mística y creación teopoética
La creación teopoética, que es lo mismo que decir la lírica mística, es fruto de la vivencia teopática o experiencia mística, la más luminosa dotación de la espiritualidad sagrada. De ahí el influjo de la experiencia mística en el arte de la creación teopoética. Mediante una compenetración sensorial, afectiva y espiritual, la persona agraciada con la gracia de la experiencia mística vive el impacto de esa dolencia divina en el interior de su conciencia con su efecto transformante. La creación teopoética es producto de la experiencia mística, como así lo siente Tulio Cordero, según se infiere de los sus versos impregnados de singulares epítetos, metáforas novedosas, prosopopeyas ingeniosas, humanización de imágenes y símbolos originales:
Admito
que ha habido tardes turbadas
por crepúsculos ausentes.
Que una voz tosca
ha herido tantas veces
estos capullos palabreros.
Que aquella mano violenta
-que impuso el silencio a mi hermano-
hizo que la pavesa de nuestra lámpara
temblara de frío.
En virtud de la sensibilidad empática y la conciencia mística de Tulio Cordero, nuestro grandioso poeta manifiesta tres singulares atributos:
- Vive místicamente la vida. Que es vivirla como la vivían los antiguos contemplativos mediante la contemplación de lo viviente para exaltar al Padre de la Creación con cantos, oraciones y creaciones.
- Tiene una compenetración emocional con criaturas y cosas valorando sus manifestaciones sensoriales y sus rasgos distintivos que revela en su vivencia interior y manifiesta en su arte creador.
- Revela una sintonía intelectual, afectiva y espiritual con el alma de las cosas y el fluir de lo viviente, lo que estimula la fascinación de su obra de creación.
De ahí el amor místico que fluye en su sensibilidad y la conciencia espiritual que mora su conciencia como producto del efecto transformante que genera la experiencia mística, señal de identidad de los santos, contemplativos, iluminados, profetas y místicos. El siguiente poema, luminoso como una singular gema del espíritu de nuestro poeta, revela la autenticidad de la experiencia mística vivida por nuestro poeta y la sabiduría sagrada de la conciencia mística de Tulio Cordero:
Yo no tenía arrugas en mi piel
antes de verte,
ni cansancio en mis ojos,
ni tenía hambre.
Yo no tenía lastimadas
mis manos
antes de tocarte,
ni llagados mis pies,
ni secos mis labios.
Yo no tenía el corazón desgarrado
antes de conocerte,
ni el sentido confuso,
ni preso el aliento.
En fin, la valoración estética y espiritual del sentido, con la fascinación que inspira el encanto de la Creación, atiza en Tulio Cordero el ideal místico de la espiritualidad, que vive en el hondón de su sensibilidad y en el fuero de su conciencia, iluminado con la llama del Altísimo. La belleza y el sentido de la lírica teopoética de Tulio Cordero no solo inspira la vivencia de la emoción estética, sino el disfrute de la fruición espiritual bajo el fulgor de lo divino mismo en el fuero inconsútil de la espiritualidad sagrada y en el centro mismo del corazón enamorado.
Encuentro literario del Ateneo Insular. Moca, Rep. Dom., 20 de julio de 2024.
[El original de este ensayo consta de 4700 palabras. La versión publicada, editada por Rafael Peralta Romero, contiene 1770 palabras]