El poder de la desinformación en la “era digital”

El poder de la desinformación en la “era digital”

Fernando Álvarez Bogaert.

A: sector comunicacional internacional y de la República Dominicana (1/4)

El avance de la tecnología ha traído consigo una serie de problemáticas en crecimiento e incidencia social, a la vez, impactando en la opinión pública, una de ellas, la desinformación, fenómeno que ha cobrado en todo el mundo una importancia creciente en la era digital que vivimos, debido a su capacidad para influir, manipular decisiones como las políticas y afectar la estabilidad social.

La desinformación se refiere a la distribución intencional de información falsa o engañosa con el objetivo de confundir a la audiencia. En el contexto actual donde la información circula a gran velocidad gracias a la Internet y las redes sociales, la desinformación se ha convertido en una herramienta poderosa que puede tener consecuencias sociales significativas en diversos aspectos. A diferencia de la información errónea, que puede ser el resultado de deslices involuntarios, la desinformación es deliberada y diseñada para sembrar confusión, influir en la opinión pública o causar daño. En la era digital, las plataformas de redes sociales, los sitios web y las aplicaciones de mensajería se han convertido en herramientas poderosas para la difusión rápida y amplia de desinformación.

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¿Y cuáles han sido los principales factores que han contribuido al aumento de la desinformación?:

  1. Velocidad de difusión: las redes sociales permiten que la información, ya sea verdadera o falsa, se difunda instantáneamente a millones de personas. Un Tweet, una publicación en Facebook pueden volverse virales en cuestión de segundos dada la existencia de una audiencia digital global conectada a internet con una proyección de 5.4 mil millones de usuarios para finales del año 2024 donde la desinformación tiene posibilidades exponenciales de difusión como resultado de la estructura de red y la capacidad de compartir contenidos con facilidad. Los algoritmos (instrucciones que de modo ordenada son empleadas en las redes) de estas plataformas también pueden amplificar la desinformación al priorizar contenido que genera más interacciones.
  2. Falta de verificación: de modo pronunciado, las noticias y las informaciones se comparten sin verificación previa. La inmediatez y la presión por estar al día pueden llevar a la difusión de estos tipos de contenidos.
  3. Filtros de burbuja (instrucciones que rastrean el clip a ejecutar al navegar por la red) y cámaras de eco (entornos virtuales que impulsan las instrucciones de donde hacer clip en cualquier plataforma digital): los algoritmos de las redes sociales tienden a mostrar contenidos que se alinean con las creencias y preferencias del usuario, creando cámaras de eco donde la desinformación puede prosperar sin ser cuestionada.
  4. Anonimato y cuentas falsas: el anonimato en línea y proliferación de cuentas falsas permiten que los generadores y propagadores de desinformación actúen sin temor a repercusiones, otros, deliberadamente, publican mensajes provocadores-falsos; ambos convertidos en emisores consuetudinarios de propagación de informaciones no verdaderas.

Nuestras decisiones deben ser precisas y fiables mediante el flujo de divulgaciones ciertas.

En próxima entrega, tránsito de la desinformación y posible neutralización.