Estar distante no implica que estamos ausentado o abstraído, y estar en silencio no significa amnesia o desestimación. Si deseamos crecer de forma integral necesitamos estar a solas y practicar el silencio. El silencio nos recarga, es sanador, es terapéutico, nos permite estar en un ángulo de receptividad y sin defensa. El silencio nos desbloquea y es liberador. Esa ha sido mi experiencia como practicante de las disciplinas espirituales y como un buscador de la verdad, muchas veces esa verdad no la podemos percibir debido a los gritos y algarabía que genera una sociedad asustada e insegura debido a un vacío existencial y al mismo tiempo real y hasta necesario, porque es ahí donde observamos de forma introspectiva y sin excusas nuestras miserias y debilidades.
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Buscar un espacio y silencio aveces se convierte en una tarea retadora, y más en una cultura como la nuestra que es generadora de ruidos innecesarios. Hace poco visité a Spirit Mountain, un lugar edénico y paradisíaco que se encuentra en Manaboa, Jarabacoa. Realmente el ambiente de Spirit Mountain nos doblega de forma gentil y nos induce a estar distante pero cerca de lo real y de lo que nos genera identidad; en ese espacio edénico me encontré en silencio interno y externo. Los pinos y las montañas eran como la medicina natural para traer reposo y sanidad integral. En mi caso, que creo en un Dios creador, pude sentir a ese Dios que se muestra en la creación a través del silencio, con un silbido benigno y dócil. Lo increíble de Spirit Mountain es que no es un hotel repleto de habitaciones llenas de personas que solo buscan el híper hedonismo, Spirit Mountain, es que lo más grande no siempre es lo mejor.
Escribo de Spirit Mountain, porque practico el silencio, la meditación y la contemplación; quiero confesar que es más fácil estar activo e inquieto que estar en un estado de búsqueda pasiva y tranquila. Como dominicanos debemos sentirnos orgulloso de que en Manabao exista un lugar como Spirit Mountain; de hecho, tengo que ser más explícito y darles las gracias a Chad Wallace y a su esposa Krista Wallace por aportar una finca orgánica y sui generis, de casi 3,000 tareas de tierra, con el único propósito de cuidar a las personas ayudándonos a crecer, a descubrimos y a descubrir en el silencio de las majestuosas montañas y vista en la Cordillera Central.
Escribo no para promocionar un negocio, escribo porque yo mismo soy parte de un proceso que terminará el día que sea trasladado de este mundo a otro. El proceso de crecer fuera de lo superfluo, crecer en una fe eterna, crecer como humano, como artista, como escritor, como padre y esposo, crecer como amigo, crecer y crecer hasta convertirnos en modelo a seguir. Todo este proceso evolutivo y espiritual sólo puede suceder cuando nos aislamos intencionalmente y entramos en un estado de silencio con propósito para generar una recarga. Spirit Mountain es el lugar ideal para tener una experiencia de esa naturaleza.