Evo Morales pidió a sus seguidores no hablar de elecciones futuras porque está preocupado por la crisis de los gobiernos de la región donde había implantado el virus de la lucha de los pueblos originarios.
Está en riesgo su sueño de crear una OEA socialista que reemplace a la actual, “servil al imperio”, que detectó las evidencias del fraude electoral de 2019 con que él quiso proclamarse ganador, antes de renunciar y huir.
La idea de crear una OEA socialista tiene al apoyo de Nicolás Maduro y Daniel Ortega, pero el cocalero contaba con la posibilidad de incluir también a los vecinos de Bolivia, ahora sumidos en profundas crisis.
Además de los problemas ideológicos, la crisis de los gobiernos amigos de Morales tiene que ver con la corrupción de sus conductores, como es el caso de Perú y Argentina.
De las crisis que afectan a sus aliados de Chile, Argentina y Perú, el que más preocupa al cocalero es la guerra que ha lanzado contra la guerrilla narcotraficante el ejército peruano en la región amazónica del VRAEM, donde él recomendó legalizar los cocales clandestinos.
La producción del sulfato de cocaína de esa zona llega a Bolivia, donde se convierte en clorhidrato y es enviada, junto con la cocaína boliviana, a países vecinos, como Argentina y Brasil, de donde parte hacia Europa y África.
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Los operativos militares en el VRAEM no fueron autorizados previamente por el ministro de defensa, pero el presidente Pedro Castillo, que estaba a punto de ser destituido por el parlamento, optó por respaldar la acción militar y lamentar la muerte de un oficial.
También está preocupado por esta crisis el exvicepresidente Álvaro García Linera, reconocido asesor del presidente Gabriel Boric, quien ahora está angustiado por el inevitable rechazo del proyecto de constitución elaborado como una copia de la constitución boliviana.
Chile, según el proyecto, pasaría a ser un nuevo “Estado plurinacional”, dejaría de ser república y cambiaría su bandera por una de los pueblos originarios.
Grupos de militantes del partido de Morales visitaron Chile durante las protestas estudiantiles de ese país, pero sobre todo tomaron contacto con los mapuches, ahora convertidos en grupos terroristas, incluso en Argentina.
Esos grupos bolivianos forman parte de las “milicias armadas” que Morales decidió crear en Bolivia cuando estaba refugiado en Argentina.
Por el momento, comandos de esas milicias se ocupan de secuestrar a campesinos e incluso periodistas, mientras los avasalladores de tierras avanzan en Santa Cruz para ampliar los cultivos de coca.
La situación de la señora Cristina Kirchner en Argentina, que podría ser sentenciada a algunos años de cárcel, hizo que el cocalero difunda un tuit en que se solidariza con ella, y le dice que él sabe cuán perversa es “la derecha” contra los dirigentes revolucionarios. Dijo que él también fue víctima de esa corriente, pero que debe confiar en la victoria.
También ha enviado mensajes de solidaridad a Milagro Sala, dirigente de un grupo irregular de Jujuy, acusada de cometer atrocidades, pero muy apreciada por el gobierno de Alberto Fernández.
Pero, eso sí, Morales ha dicho que son solamente calumnias nunca probadas las acusaciones que le hacen de estar conectado con el narcotráfico.
El problema que tiene en este propósito de purificación es que su región, el Chapare, produce coca solamente para el narcotráfico.
En realidad, es 94% de la coca del Chapare que se convierte en droga, según informes de las Naciones Unidas.
Lo que no ha negado es que apoya a los “interculturales”, como se llaman los grupos armados que avanzan sobre Santa Cruz, provocan incendios que abarcan millones de hectáreas, como ocurrió en 2019.
Pero lo que preocupa mucho al cocalero, preocupación de estratega, de aspirante a ser estadista y caudillo regional, es la crisis de los gobiernos amigos de la región.