La aceptación e implementación de imposiciones tributarias sin provocar efectos económicos y reacciones sociales adversos exige mejorar gasto y no limitarse a reñir tributaciones propuestas como está predominando en debate presente.
Las reformas de los 90, calificadas como las más trascendentales efectuadas, no provocaron reacciones adversas a pesar de crispación política predominante- evidenciada por desconocimiento de Bosch a Balaguer, enarbolando consigna de llevarlo a la legalidad-por la percepción que se administraban recursos escrupulosamente; tanto, que concitaban críticas.
Aquel gasto permitía ahorro interno e inversiones sin endeudamientos.
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Ahora predominan déficits.
El propuesto presupuesto 2025 incrementa 7% gastos corrientes, proyecta gastar en partidas corrientes 4% por encima de ingresos. 18% si incluimos amortizaciones.
El Gobierno trata de concitar apoyo a nuevas imposiciones explicando en que se van a gastar los recursos que producirían.
Pero nada plantea sobre gastos excesivos que vienen efectuando, ni los que presupuesta.
Gasto corriente por encima de ingresos conlleva endeudarse para cubrirlos, invertir y amortizar deuda.
El presidente Abinader lo reconoce. Al introducir el proyecto de ley de “modernización” admite “el incremento en el gasto corriente en los últimos años” (comunicación 022522 del 8/10/24 al presidente de la CD).
Pero no consigna previsión alguna sobre cómo reducirlos.
Alude en esa comunicación que “una reforma fiscal integral podría ayudar… a controlar el déficit fiscal”, sin que se observe, en las 60 páginas del proyecto, previsiones sobre gastos; vertiente determinante para una reforma integral bien concebida.
Lo presentado en proyecto de marras no lo es. Es simplemente tributaria, cuyas experiencias nacionales e internacionales, sobre reacciones sociales y económicas deben recordarse.
Además de abordar el gasto deben considerarse los temores que nuevas imposiciones sean debatidas atropelladamente, como sucede con reforma constitucional.
Y omisiones que aumentan resistencias: combatir informalidad, evasión y contrabando para aumentar ingresos. Y corrupción para reducir gastos.
Más de la mitad de nuestros agentes económicos no tributan. Idealmente, si tributaran, duplicarían ingresos. Mejorando gestión tributaria, generaría ingresos superiores a RD$122milmillones aspirados.
Abordar gastos, junto a estas omisiones, viabilizaría reforma integral que necesitamos.