El país está rezagado en la tarea de nivelar el terreno de juego para los negocios chinos y sus competidores locales, con lo cual se evitarían prácticas de competencial desleal

Por: Mario Méndez

En cada chino que dirige un negocio en República Dominicana, el cliente que lo visita se encuentra a una persona cerrada y desconfiada.

Por lo general, se trata de alguien que elude hacer declaraciones a los medios y que no puede evitar que en su rostro se lea el temor que le provoca el que un periodista acuda a él para conocer su opinión sobre las críticas que se publican sobre la forma hacer negocios de su etnia.

Las quejas sobre lo que ha sido considerado competencia desleal china en el comercio y la industria, no se limitan a la República Dominicana. Se extienden por todo el mundo.

De hecho, en otros países, incluidos de América Latina y el Caribe, como México, han comenzado a tomarse algunas medidas para defender de la competencia desleal a su comercio e industria. Este país está rezagado en esta tarea.

Aunque, en honor a la verdad, no todo es competencia desleal. Los chinos son poseedores de una milenaria cultura en los negocios que les da ventajas para competir lealmente y frente a la cual la respuesta tiene que ser también leal, con la conquista de una mayor competitividad por parte de la industria y el comercio locales. Ellos trabajan con bajos márgenes, saben ahorrar lo que ganan y se educan para invertirlo en empresas cuyos recursos bien administran.

Lo desleal es que muchos de ellos incurrren y se benefician tanto de prácticas de competencia desleal en el comercio internacional, a través del dumping, la triangulación y la subvaluación, como del incumplimiento de normas que cumplen sus competidores locales, incluidas las normas fiscales, laborales, sanitarias, medioambientales y de calidad.

Con relación a las prácticas que no cumplen las normas del comercio internacional, son tres los tipos de medidas que puede tomar el país para enfrentarlas: medidas antidumping, medidas compensatorias o antisubvención y medidas de salvaguardia.

En caso de dumping, el país podría aplicar un derecho de importación adicional a un producto determinado de un país exportador determinado para lograr que el precio de dicho producto se aproxime al “valor normal” o para suprimir el daño causado a la rama de producción nacional en el país importador.

Como se sabe, el dumping ocurre cuando los bienes son exportados a menos de su valor normal, generalmente, esto significa que son exportados por menos de lo que son vendidos en el mercado doméstico o mercados de terceros países, o a menos del costo de producción.

Con relación a los subsidios a exportaciones chinas, el país puede recurrir a medidas compensatorias, aumentando los derechos, con objeto de contrarrestar las subvenciones concedidas en el país exportador a los productores o a los exportadores.

Y si la industria local fuera amenazada por una avalancha de productos chinos, podría recurrir a medidas de salvaguarda, que son medidas de “urgencia” contra las importaciones de productos determinados, independientemente de su procedencia. Deben ser aplicadas únicamente durante el período necesario para prevenir o reparar el daño y facilitar el reajuste de la industria nacional.

Pero para lo que excusa alguna resultaría inaceptable, es para que el país no haga cumplir a todos los negocios chinos las normas fiscales, laborales sanitarias, medioambientales y de calidad que cumplen los negocios de dominicanos.

Sería una soberana vergüenza que empresas dominicanas quiebren (aunque sea solo una) por esta carencia. La tarea de nivelar el terreno de juego para negocios chinos y los locales es compleja y difícil, pero es irrenunciable.

El terreno de juego debe ser nivelado para que todos los jugadores puedan participar en igualdad de condiciones o en un ambiente que, por lo menos, parezca justo.