Washington. Las frecuentes escapadas del presidente de EE.UU., Donald Trump, a su lujoso complejo Mar-a-Lago en Florida y a otras de sus propiedades han despertado críticas tanto éticas como económicas por su coste para las arcas públicas.
Con este, Trump ha pasado siete de sus 13 primeros fines de semana como presidente en la residencia que tiene en su ostentoso club privado Mar-a-Lago de Palm Beach (Florida).
De acuerdo a las estimaciones de varios medios, entre ellos la cadena NBC, a día de hoy Trump ha pasado el 28 por ciento de su tiempo como presidente en Mar-a-Lago o viajando a allí.
Además, Trump ha recibido ya a dos líderes internacionales los mandatarios de China y Japón en su mansión de Florida, a la que primero llamó la “Casa Blanca de invierno” y ahora, con la primavera instalada en el hemisferio norte, denomina “la Casa Blanca del sur».
Sus frecuentes viajes a Mar-a-Lago costaron más de 20 millones de dólares en sus primeros 80 días como presidente, según cálculos de CNN, un ritmo que, de mantenerse, haría que las facturas de viajes de su primer año en la Casa Blanca superaran el total de lo que gastó Obama en sus ocho años de mandato.
El grupo conservador Judicial Watch estima que los gastos de viajes de Obama sumaron un total de 97 millones en ocho años. Teniendo en cuenta la factura de los primeros meses de Trump como presidente, solo cuatro años de mandato podrían arrojar “cientos de millones de dólares más” en viajes, según cálculos del Washington Post.
Cuando estaba en campaña electoral el año pasado, Trump cargaba una y otra vez contra Obama por “irse de vacaciones cuando hay tanto trabajo por hacer” en la Casa Blanca.
“Si estás en la Casa Blanca, ¿quién quiere tomarse vacaciones? Estás en la Casa Blanca, ¿qué es mejor que la Casa Blanca? ¿por qué estas vacaciones?”, decía entonces en sus mítines.
Pero a Trump no solo le persiguen las críticas que en su día vertió sobre los viajes de Obama, sino también la promesa que hizo a la publicación The Hill en 2015- que solo se iría de la Casa Blanca “raramente” porque “hay mucho trabajo que hacer».
Sin embargo, sus escapadas fuera de la residencia presidencial no se limitan a su opulento club Mar-a-Lago también acude con frecuencia otras de sus propiedades como el Trump International Hotel de Washington y el Trump National Golf Club en Virginia.
Esto es lo que enciende más alarmas éticas, ya que cada vez que el presidente visita una de estas propiedades comerciales y privadas está dando publicidad a los negocios que llevan su nombre. El Comité Nacional Demócrata denunció esta semana en un comunicado que “Trump hace millones en publicidad gratuita cada vez que visita (sus propiedades), lo que viola su juramento ético».