Estados Unidos-China: confrontación vs negociación

Estados Unidos-China: confrontación vs negociación

Eduardo Klinger Pevida

Los datos económicos, imposibles de ignorar, han obligado a Trump a cambiar el rumbo, quizás momentáneamente, decretando una pausa de 90 días, excepto a China, aunque buena parte de los aranceles sigue vigente para muchos en el sistema global. La causa del cambio no ha sido, esencialmente, los aranceles sino la crisis que empezaba a manifestarse en el mercado de los bonos del Tesoro, con peligro de impacto financiero. China posee 759 mil millones en bonos de deuda estadounidense. Vendió 50 mil millones aumentando el rendimiento de los mismos, incrementando la deuda norteamericana.

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Objetivamente la interrelación comercial entre Washington y Beijing es la más grande del mundo en tanto ambas economías representan el 43% de la economía global: EEUU, 25% y China 18%. El intercambio comercial entre ambos en 2024 alcanzó los $585 mil millones, de ellos $440 mil millones fueron importaciones estadounidenses y $145 mil millones compras de China. Efectivamente, las cifras representan un déficit comercial de $295 mil millones equivalente al 1% de la economía norteamericana. El barraje arancelario impuesto por Trump a China en su primer periodo, mantenido por Biden, redujo importaciones desde China del 21% del total de compras norteamericanas en 2016 al 13% en 2024. China sobrevivió.

En el comercio de servicios EE. UU. goza de superávit con China, además de la presencia de cientos de miles de estudiantes de posgrado en las principales universidades. En la balanza de pagos hay que ver todas las partidas, recuerdan muchos economistas.

Aunque EE. UU. vende al mercado chino volúmenes multimillonarios de cereales, es un mercado que Beijing podría lastimar. China también importa petróleo norteamericano que, aunque representa el 1% de sus necesidades es, a la vez, el principal mercado de EEUU. No hay hogar estadounidense en el que no haya productos “Made in China”. Las importaciones de teléfonos inteligentes, computadores y equipos de oficina de China llevaron a Trump a suspenderles aranceles porque son producidos por Apple en China.

Trump advirtió a China no devolver el golpe, pero el mensaje no llegó. Asimismo, el presidente de EE. UU. estuvo esperando una llamada “desesperada” de China que tampoco llegó. Ambos pueden hacerse mucho daño. Hay que negociar. China, ante la apertura de negociaciones, posible “caja de pandora” seguramente reclamará discutirlo todo y pondrá en la mesa todas las restricciones aplicadas a sus empresas.

Lo ya evidente es que el mundo no va a cambiar, ya cambió.

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