Tras cada elección comienza a agitar. Como si no quedaran cuatro años para aspirar y comenzar a trabajar empiezan a forzar con ser los elegidos: bautizarse como presidenciable es, al parecer, una droga que les subvierte la razón.
Desde hace meses, con los medios como cómplices, funcionarios y dirigentes políticos se van tirando al ruedo de la forma que saben hacerlo: enviando a sus acólitos a hablar del tema, como si no fuera cosa de ellos, para ver si así cuela.
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Que el presidente Luis Abinader diga que cancelarán a los funcionarios con aspiraciones para las elecciones del 2028 que descuiden sus funciones me parece extraordinario pero, ¿realmente sucederá? ¿Cuántos fueron removidos, aunque no presentaron su declaración jurada de bienes cuando se les advirtió?
Más allá de la atinada amenaza presidencial, toca apelar a que el presidente de la Junta Central Electoral (JCE), Román Jáquez, se ponga fuerte con quienes quieren convertir este patio en un eterno ring de aspirantes y candidatos: en República Dominicana hay demasiados pendientes para dedicando energías a aspiraciones que solo buscan crear liderazgos que, en algunos casos, ni siquiera existen. Los lambones que busquen oficio y dejen la politiquería: necesitamos vivir en paz.