Fue sepultado ayer el padre Julio Alberto Soto Hernández, quien falleció el pasado martes, tras presentar problemas de salud.
Los restos del sacerdote Soto Hernández, de 85 años, fueron velados en la capilla privada del Instituto Técnico Salesiano (ITESA) y la eucaristía de cuerpo presente fue realizada en la parroquia María Auxiliadora de Santo Domingo.
Su vida y obra
El padre Julio Soto tuvo una vida dedicada a la obra de Don Bosco. Nació en la Ciudad Colonial, pero dadas sus vivencias religiosas en la congregación salesiana, viajó a distintos países.
Por eso, muchos de sus allegados creen que es español, italiano y de otras nacionalidades, pero lo cierto es que desde su origen estuvo ligado a otras culturas.
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Vivió parte de su niñez en el Centro Histórico y luego sus padres y tres hermanos pasaron a la parte alta capital.
Su madre era hija de español y su padre de origen judío. Celebró por 21 años la misa de RTVD. El sacerdote, que cumplió 85 años en enero, tuvo la bendición de oficiar su primer culto religioso debajo del altar de confesión de San Pedro, en Roma.
Dirigió en el país la obra de Don Bosco por años y fue administrador honorífico del Instituto Salesiano.
“Así fue como desde pequeño la leche que bebí fue la salesiana”, rememoró sonriente Soto, quien se ordeno en Roma como sacerdote en 1963 en esa hermandad.
Sus años mozos los pasó “maroteando” en la calle Duvergé, y descubrió la vocación yendo a la iglesia con su madre y admirado por el trato que el padre Andrés Nemeth dispensaba a uno de los niños que jugaba con un trompo.
Al culminar el sexto curso en la escuela Don Bosco fue a parar al Seminario Salesiano de Jarabacoa. Al papá no le gustó la idea, su mamá asumió que había que dejarlo. Con 15 años lo enviaron al Seminario Salesiano de Guanabacoa, Cuba.