El mes de febrero es el más corto, y no fue Dios quien lo dispuso, sino que el emperador Julio César quiso tener un mes de 30 y luego “Agusto” quiso que el suyo también; y le quitaron dos días a febrero.
Acaso por la cortedad del mes los patriotas fueron pocos en proporción a los que siempre estuvieron dispuestos a entregar la patria a manos extranjeras.
Especialmente este año, lo único largo fue el discurso del presidente Abinader, optimista, lleno de buenas noticias. Puesto que fue corto también el carnaval febril que azota a la gente decente de La Vega, y los obliga a abandonar sus hogares. Todo porque a unos adolescentes emprendedores se les ocurrió hacer tours carnavalescos a la Ciudad Olímpica…
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Ni siquiera porque el gobierno de USA está denunciando y desmembrando una organización que, si bien ayudó al país en varios aspectos, el propio gobierno americano la ha desmontado por ser parte de un engranaje corrupto de alienación y desnacionalización de nuestros países. Y aunque hombres y mujeres de gran valía de nuestro país han estado ligados a tareas reconocidas como desarrollistas y estabilizadoras de nuestra democracia, no debemos pasar por alto el hecho de que también la Usaid ha estado fuertemente ligada a planes siniestros y antinacionales.
Quizá por eso u otras razones todavía no salen a la luz pública muchos asuntos, ocurridos en nuestra patria, parte de las maquinaciones de esa entidad y de otros organismos foráneos o criollos, todavía tímidamente denunciadas, acaso porque febrero ha sido breve, o los febreristas aún no se han manifestado, o esperan que sean otros quienes exijan que se aclaren esos hechos.
Independientemente de la moral y los buenos deseos de hombres y mujeres destacados en los medios y otras esferas públicas, los que creen en el proyecto de Duarte y los valientes forjadores de nuestra patria, deben poner su atención a varios asuntos por dilucidar.
Sería oportuno que fuertes y aguerridas organizaciones, como las de maestros, exijan, categóricamente, el esclarecimiento de intentos denunciados de cambiar textos históricos, lineamientos éticos y otras normativas ligadas a los fundamentos de nuestra nación. Y respecto de denuncias de suplantación de niños dominicanos por niños extranjeros, enviando los nuestros (¿sobornados?) a colegios privados…
Y otros asuntos importantes, como lo que ocurre en hospitales con la afluencia de extranjeros, con silencio o el miedo oficial frente al hecho de que se traen extranjeras a parir en nuestro país, mientras a las criollas se las convence de tomar pastillas y de que aprendan a abortar.
Todos estos, atentados, contra natura, contra la patria y contra Dios.
Es, pues, preciso que patriotas y responsables ciudadanos, de consciencia y manos limpias, incluidos, en primer orden, nuestros más destacados comunicadores, ayuden oportunamente a esclarecer estos asuntos.
Porque a pesar del optimista discurso de nuestro presidente y de las grandes esperanzas que se ciernen en torno a nuestras “tierras raras”, debemos aprovechar a Trump y los americanos sanos y amigos para que los “raros” no seamos los febreristas, duartianos y dominicanistas.