Flor contra Fusil: Portugal, la revolución de los claveles

Flor contra Fusil: Portugal, la revolución de los claveles

Fidelio Despradel y Chiqui Vicioso.

A don Miguel Ángel Prestol

Una foto nos conmueve hasta los huesos. Es de una muchacha poniéndole un clavel a la boca de un fusil. Dos símbolos antagónicos: la flor que es belleza y vida, y el hierro forjado para matar, para imponer, para intimidar. Y detrás de los dos símbolos la juventud portuguesa, la juventud del mundo que es la única que por atreverse puede cambiarlo.

Dice Abel Rodríguez del Orbe que ya no hay jóvenes y por eso el mundo va camino a desaparecer. No hay jóvenes, sino una generación canalla de futuros asaltantes del Estado, al que han identificado con la fortuna económica, con la acumulación impune de capital, algo que aprendieron durante tres décadas. No hay jóvenes cronológicos, aclara Fidelio, pero los hay, como nosotros, con la juventud acumulada, que es como en Cuba definen a la ancianidad.

Pensé mucho en Abelito cuando Fidelio y yo visitamos la Cárcel de Caxías, en la afueras de Lisboa, donde fue deportado junto con 36 excombatientes por el Triunvirato en 1964, esposados, en un avión de la PanAmerican que aterrizó en San Isidro, durante la terrible dictadura de Salazar, que duró 46 años y donde el “Dios, Patria y Libertad” se sustituyó por el “Dios, Patria y Familia”.

Vi cómo a Fidelio se le humedecían los ojos cuando nos dejaron entrar al castillo medieval donde se torturaba a los africanos en lucha por su independencia y a opositores de todas las edades y sexos.

También pensé en Abelito cuando visitamos la cárcel del PIDE, Policía Internacional de “Investigación” de Portugal, homóloga del SIM. Allí las fotos de las mujeres apresadas con sus niñitos, para asegurar que hablaran bajo la amenaza de torturar a los infantes me rompió el alma. La dictadura de Salazar fue peor que la de Trujillo, y eso es mucho decir.

Conocimos a los dirigentes de la Revolución de los Claveles, hoy ancianos, en un almuerzo que nos ofrecieron en su local. Impresionante edificio de cuatro pisos donde hay una Biblioteca, con más de cien ejemplares, escritos por los protagonistas del proceso (algo que aquí no se le ha ocurrido a ninguno porque, con honrosas excepciones los soldados dominicanos no leen ni escriben); una sala de conferencias, un comedor, y espacio para talleres, o aulas como les llaman. “Después de acabar con la dictadura, dijo el general Concalves, le entregamos el poder a la población civil y dedicarnos a preservar la memoria, con actividades educativas y culturales, porque un pueblo sin memoria repite los mismos errores”.

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Invitamos a esa directiva a venir al país, para hacer un proceso comparativo entre las dos Revoluciones, la del 65 y la del 75 allá, ambas en un 24 de abril e iniciadas por una alocución de radio que lanzó a las masas a la calle, proeza realizada en esta nación por el más vituperado de los líderes: José Francisco Peña Gómez, actor principal de nuestra democracia a quien aún no rendimos los honores que le corresponden.

En Portugal el proceso revolucionario duró 18 meses, y terminó con el Régimen Unión Nacional, o Salazarismo, que se inició en 1932, después de la derrota, en 1926, de la República Portuguesa.
La economía portuguesa estaba entonces dominada por ocho grupos. Cien familias que acaparaban la riqueza nacional, provocando que un millón de personas emigrara a Francia, Bélgica y Brasil, de un país con solo ocho millones de habitantes.

En 1960, surgen grupos pro independencia en las colonias africanas de Portugal inmersas en una guerra de desgaste. Terrible guerra imperial que dilapidaba el presupuesto nacional, donde el servicio militar era obligatorio por cuatro años, dos en las colonias, y provocó 8.000 muertos y 30,000 heridos.

Como un bumerán, los jóvenes militares desarrollaron su propia visión, y en 1973: 136 militares y subalternos formaron el Movimiento de las Fuerzas Armadas, MFA, en oposición al régimen. En 1974, Antonio de Espínola forma un movimiento que se llamó “Portugal y el Futuro”, planteando que las guerras coloniales debían terminar, y otorgar la autonomía a las colonias.

En el 1974: MiIitares de izquierda organizan la revuelta de Caldas de Reina, y el 24 de Abril de 1974 hacen un llamado a las fuerzas armadas, en Radio Emissoes Armadas. El MFA detiene los oficiales del gobierno e inicia la revuelta. Las unidades salieron a la calle y establecieron un puesto de mando. El general Otelo Saravia de Carvalho, veterano de la Guerra de Angola, marxista, fue el líder principal de los insurgentes.

Aunque se pidió a la gente quedarse en su casa, la población en masa salió a las calles. La aviación y la marina no se sumaron a la revuelta, pero al comprobar el apoyo masivo, se mantuvieron al margen. Al encontrarse frente a frente con el MFA, dieron la orden de sumarse a los golpistas.
CLAVELES:

Saliendo del Restaurante CID, Celeste Martin, una camarera, se llevó dos ramos de claveles para su casa. Al encontrarse con los soldados les colocó los claveles en el fusil. Todos los floristas aportaron sus flores y en pocas horas los claveles se convirtieron en el símbolo de la Revolución.

El presidente de la República, Américo Tomas, y sus más estrechos colaboradores, se refugiaron en El Carmo, y le entregaron el poder a Otelo Saraima de Carvalho, quien lo acepta. Después de 50 años colaborando con el Salazarismo, se escapa a Brasil. La gente rodeó el PIDE y sus agentes dispararon contra la multitud, pero la población liberó todos los presos políticos.

El primero de mayo hubo un masivo apoyo al cambio, poniendo fin al oscurantismo y violencia política en Portugal. Se formó una Junta de Salvación Nacional solo compuesta por militares y un año después un Gobierno de Concentración Nacional. Formaron el Gobierno Mario Soares (socialista); el comunista Alvaro Cunha, y cuatro miembros del MFA.

La violencia de la ultraizquierda provoca una gran manisfestación de los sectores de derecha, el 28 de septiembre de 1974, y emerge la “mayoría silenciosa”. Surge un nuevo Gobierno y el periodo más duro, que divide a Portugal en norte y sur, y provoca cinco Gobiernos, uno tras otro.

En noviembre de 1975 hay un intento de golpe de Estado por la ultraizquierda que aliena a los del MFA, y el 25 de abril del 1976 se realizan las primeras elecciones legislativas y de Mario Soarez al Parlamento. El Partido Comunista gana el cuarto lugar con 14% de los votos.

El 27 de junio del 1976, son las primeras elecciones nacionales, que gana el general Granados contra el general Carvalho, y se manifiesta la preocupación de la OTAN, en una fase tensa de la guerra fría, de que Portugal se alinee con Rusia, como modelo a seguir. En la España de Franco se gesta la Unión Militar Democrática, como respuesta al progresismo militar portugués.

Soarez capta a la juventud, influenciado por los socialdemócratas Olof Palmer y Willie Brand. La Revolución de los Claveles termina la guerra colonial y abandona las colonias en 1976. Se entrega el poder a los guerrilleros en Angola y Mozambique, y se evita en Portugal la guerra de clases.

Por eso decía José Saramago, en sus memorias: “Fue flor contra fusil”.

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