POR AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ
Hoy, sábado 8 de septiembre, cumple exactamente un año de fallecido el gran maestro escultor dominicano Gaspar Mario Cruz, hecho ocurrido en su residencia de Villa Mella el viernes 8 de septiembre del 2006. Su repentina ausencia física ha estremecido profundamente a toda la comunidad artística y cultural nacional, especialmente las almas de todos aquellos que en vida tuvieron la oportunidad de respetarle y admirarle de cerca.
Artista, amigo, maestro, portador de esencias. Gaspar Mario Cruz siempre se distinguió por su natural inclinación hacia lo primordial. De ahí su exquisita sinceridad y el admirable retraimiento que signaron su actividad profesional durante las últimas décadas y hasta la misma discreta solicitud que hiciera a sus familiares, amigos y colaboradores más cercanos para que, llegado el instante de la despedida, sus restos fueran trasladados a San Francisco de Macorís, donde había nacido el Día de Reyes de 1925. Su petición fue cumplida y, luego de ser velados en la iglesia de su ciudad natal, fueron sepultados en significativa intimidad.
Así como Jaime Colson(1901-1975) se establece como el más universal y Yoryi Morel(1909-1979) como el más autentico colorista de nuestro sentido de la tierra a través de la imagen, Gaspar Mario Cruz trasciende como el más místico entre los grandes forjadores de las artes plásticas dominicanas del siglo XX. Y, todavía más allá de las islas, su extraordinaria obra escultórica lo sitúa entre los máximos transmutadores de la ancestral espiritualidad que marca las más resistentes expresiones de la producción simbólica latinoamericana de la modernidad.
Esto es prueba cristalina en una serie de tallas en Caoba que resultan obras capitales en su vasta, depurada y poderosa producción, tales como las tituladas Cabeza africana(1950), Cabeza Astral(1960), El Maestro, los Discípulos y los Ángeles(1964), El Manatí Protector de los Aborígenes(1969), Ofrenda de Flores(1980), Calitome XXV(1989), Los Mitos de San Miguel(1993), Anacaona y la Paz(1994), Mulatas Danzantes(1996),Músicos Familiares(1998), Cabeza Indígena(2000),Ciguapa(2002), Memorias de un Sueño(2004 y Anaísa(2005, entre otras de mayor o igual importancia.
Con excepción de las obras ganadoras de premios en las bienales nacionales de artes plásticas de los anos 50 y 60, la mayoría de las obras de la exposición-homenaje Ritos, Juegos y Danzas, presentada en el Museo del Hombre Dominicano en el contexto de la XXlll Bienal Nacional de Artes Visuales forman parte de la colección del empresario José Muñoz, amigo, protector y coleccionista de la obra del maestro desde hace tres décadas.
A través de Ultimo Arte S.A., que en 1997 auspicio la edición de la monografía Gaspar Mario Cruz, Poeta de las Formas, escrita por Jeannette Miller, José Muñoz es el exclusivo custodio de la totalidad de la producción de Gaspar Mario Cruz. En ese sentido, y por un mandato del artista que data desde hace más de diez años, Ultimo Arte S.A. tiene el encargo de levantar un inventario universal de sus creaciones originales, el derecho de establecer los criterios de reproducción o explotación de dicha producción, la responsabilidad de expedir certificados de autenticidad a los propietarios temporales de las obras, así como de proyectar y difundir el trascendental patrimonio artístico y cultural legado por el maestro a través de medio siglo de intensa y fructífera actividad creadora.
Desde principios de la década de los 50s del siglo XX, los amantes y estudiosos de la obra escultórica de Gaspar Mario Cruz advirtieron la originalidad de su poética y la especialidad de su oficio. Algunos, como Horia Tanasescu y Aída Cartagena Portalatín(1918-1994), celebraron los hallazgos de su primera etapa como una de las manifestaciones de mayor trascendencia de la espiritualidad dominicana y de nuestra consciencia identitaria.
Por su parte, la Dra. Laura Gil Fiallo, actual encargada de investigaciones del Museo de Arte Moderno, en la búsqueda de las claves estéticas y estilísticas que intervienen en la efectiva polisíntesis conceptual que caracteriza la obra del maestro, sostiene que:Gaspar Mario Cruz ha logrado una extraña fusión entre lo atávico y lo vanguardista en uno de los corpus artístico-visuales más significativos y coherentes de todo el arte dominicano. Esto hasta el punto de que no dudaremos en aplicarle el apelativo de Brancusi del Trópico para resumir esta fértil dualidad que lo caracteriza. Se trata de un artista culto, que maneja los lenguajes y las técnicas propios de las academias, pero cuyo espíritu está muy cercano a la devoción de los santeros de palo, para quienes la creación artística es una especie de ritual, por el cual se materializan las energías sagradas y se ponen a la disposición de los fieles.
Gaspar Mario Cruz nace en San Francisco de Macorís el 6 de enero de 1925.
Desde los doce años de edad elabora figuras de santos con barro modelado. Entre 1940 y 1941 comienza a tallar la madera.
En 1948 se traslada a Santo Domingo e ingresa en la Escuela Nacional de Bellas Artes, bajo la orientación directa de Manolo Pascual.
En 1952 la crítica se interesa en la obra de Gaspar Mario Cruz como una tendencia especifica de la escultura dominicana. En 1956 gana el Primer Premio de Escultura de la VIII Bienal Nacional de Artes Plásticas con su obra Llanto de Baquiní. En 1957 ingresa al cuerpo docente de la Escuela Nacional de Bellas Artes y al siguiente año obtiene nuevamente el Primer Premio de Escultura de la IX Bienal con su talla en caoba titulada Amantes.
En 1960 gana el Segundo Premio de Escultura de la X Bienal con Muchachos con Flauta Taína. En 1964 el artista hace su primera exposición individual en la Alianza Francesa y recibe el Tercer Premio de Escultura en el concurso E. León Jiménes. En 1965 Gaspar Mario Cruz participa en las exposiciones del Frente Cultural, apoyando al movimiento constitucionalista. En el año 1967 presenta su segunda exposición individual en la Alianza Francesa y participa en la Bienal de Sao Paulo. En 1968 forma parte del grupo PROYECTA con Ada Balcacer, Domingo Liz, Fernando Peña Defillo, Félix Gontier, Thimo Pimentel y Leopoldo Pérez-Lepe.
En 1985, como Presidente del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos, organiza el Primer Simposio Iberoamericano de Escultura en la Galería de Arte Moderno. En este evento comparte experiencias con artistas internacionales como Nancy Craves(USA), Estuardo Maldonado(Ecuador), Pablo Rubio(Puerto Rico) y con reconocidos críticos de arte como Luís González Robles(España), Gastón Diehl(Francia), Raquel Tibol(México) y Bélgica Rodríguez(Venezuela), entre otros. En 1989 recibe el encargo para la realización de las puertas de la Catedral de Santiago de los Caballeros. Este mismo año la Magna Asamblea de la Asociación Internacional de Artistas Plásticos, adscrita a la UNESCO, lo elige en Madrid como Presidente de Honor.