Gioconda Belli: “El infinito en la palma de la mano”

Gioconda Belli: “El infinito en la palma de la mano”

(Parte 4 de 5)

El agua como espejo que refleja una realidad de la existencia (como el agua en que Narciso vio su belleza reflejada o como el río de Borges cuyas aguas dan la inmortalidad y, el otro río cuyas aguas la borran), pero también como revelador de secretos. La visión le permitió ver el futuro como una elección, como realidad, como causa y efecto. El futuro del paraíso como lo ya visto y sabido, como decisión consciente no al azar, complicidad entre ella y Elokim. “La historia, se dijo. La había visto”. (Ídem. p. 35). Eso era lo que empezaría si ella comía la fruta. Eva como la antecesora de la pitonisa griega, la que pudo ver el futuro y el presente que debe ser vivido. Ella estaba convencida de que Elokim quería que ella decidiese si existiría o no todo aquello. Quería que fuese ella quien asumiera la responsabilidad” (Belli, p.35). Ante mundos fantásticos o reales Eva era capaz de develar el libro de la vida, el libro de la naturaleza. Quería conocer la diferencia entre el bien y el mal. ¡Quería ser libre y hacer uso de su libertad!, pero no antes sin preguntarse si habría otros jardines, otros mundos, otras dimensiones quizás. Y antes de morder el fruto declara una sentencia: “No moriré. Lo sé. Él espera que yo coma. Por eso me hizo libre” (Belli, p.41).

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Eva temeraria y arriesgada, tomó la gran decisión: comería del árbol. Tras muchas cavilaciones Eva decide comer del fruto prohibido (en esta novela un higo jugoso). Comer de la fruta prohibida no era una opción, era un imperativo vital, de lo contrario nada existiría. Eva lo veía claro. ¡Lo hace!, come de la fruta y como resultado se cumple el castigo por la desobediencia: ¡son expulsados del paraíso! Entonces, surge el reconocimiento, cuestionamiento y análisis de los opuestos, notables a simple vista. El reconocimiento de que siendo dos (hombre y mujer) sentían pertenecer el uno al otro. Eran uno. Esa seguridad, proveniente de la nueva sensación e intuición de que ellos eran una unidad, era fuerte y le proporcionaba un sentido a ese estar juntos. Se sentían acoplados y protegidos el uno con el otro. Al ser arrojados del paraíso el amor sutil y puro que se profesaban, cambió de forma: un anhelo de estar juntos los envolvía, un deseo del cuerpo del otro los llenaba de pasión, fuego proveniente del cuerpo, de las curvas, de las miradas, olores y roces. La plenitud de la naturaleza, antes admirada, se convirtió en algo desconocido, temido, peligroso. Tras la expulsión del Paraíso surgen nuevas preguntas. Tras comer del fruto prohibido, Eva se cuestiona sobre los misterios que brinda el nuevo mundo que habitan, sus preguntas son fundamentales: “¿Cuándo moriremos?; ¿Cómo se siente la muerte?”.

Esta novela es perfecta para un alma preocupada por la existencia, un libro para los buscadores, para los seres espirituales que pululan este mundo, es un libro de nuestra propia historia, la de nuestros ancestros, nuestra tradición. La pregunta de quién es Elokim es constante, convirtiéndose en una obsesión. A través de los diálogos entre Adán, Eva y la Serpiente y su manera de percibir y describir al Otro (Dios), Elokim termina teniendo cualidades antropomórficas que incluyen el deseo de saber y de experimentar. Todavía no se le veía como omnisciente y omnipotente. Se trata de una visión del infinito desde la finitud. De ese hecho surge la paradoja que se presenta: el Otro (palabra con la que la pareja nombra al creador de todo) no necesita de la experiencia para conocer, Él lo sabe todo.

De vuelta a su estilo y temática, la prosa poética manifiesta en esta novela de Gioconda Belli es una exaltación de la naturaleza, un replanteamiento moderno de la tradición presentada a través del amor de Adán y Eva, retomado por los griegos con la historia que une a Psique (el alma) con Eros (el amor); este erotismo fino de su narrativa, viva, sensual y consumada nos subyuga; nos remonta hacia esferas casi sublimes. Este texto de ficción basado en adaptaciones geniales de la religión judía, el cristianismo y el islamismo presenta acontecimientos que suceden por primera vez: la aparición del primer hombre y la primera mujer; el primer amor de pareja; el primer acto sexual; la primera vez que comen de la fruta del árbol prohibido; el origen de la humanidad, la aparición del mal en el mundo y con ello los cataclismos; la expulsión del paraíso; la primera vez que desaparece la felicidad total y la inmortalidad; la aparición del trabajo, la muerte, el primer sufrimiento, el primer asesinato. La descripción de la primera intimidad sexual entre Adán y Eva es impecable e incitante.

Él la miró fascinado con su ocurrencia, percibiendo en sus dedos el calor suave y líquido de su boca como un molusco acuático. ¿Tendría Eva el mar dentro de ella? ¿Lo tendría él también?”. Y luego: “Por fin uno dentro del otro, experimentaron el deslumbre de retornar a ser un solo cuerpo. Supieron que mientras estuvieran así, nunca más existiría para ellos la soledad. Aunque les faltaran las palabras y se hiciera el silencio en sus mentes, podrían estar juntos y hablarse sin necesidad de decir nada”. Otro ejemplo de esta belleza ocurre cuando Eva medita sobre su primera menstruación y piensa “sé que dentro de mí hay un mar que la Luna llena y vacía (Belli, p. 50).

Según apunta Violeta Rocha Areas, de la Universidad Bíblica Latinoamericana de Costa Rica, la novela de Gioconda Belli nos acerca al discurso de la sexualidad: […] se puede oler, ver, sentir, tocar y gustar: toda una antropología de los sentidos, donde los cuerpos y la sexualidad son parte de la condición humana. A esta literatura intertestamentaria se refiere Gioconda Belli, cuando elabora una hermosa e inquietante novela, haciendo uso de la relectura, la hermenéutica y los recursos literarios que, en ofrenda libre, nos acerca al mundo de Adán y Eva desde una lectura de los espacios, los cuerpos, la sexualidad, la aceptación plena de los sentidos, el deseo, la procreación, el conocimiento y el desconocimiento, Dios, el diálogo, la vida, la muerte y las preguntas abundantes en relación con el sentido de la vida y del otro/a, el existir para otro/a, la unicidad y la pluralidad, los cuestionamientos de estar en el mundo y la búsqueda de construir su ser en el mundo (Rocha, 2010, p.13).

Este ensayo es parte del trabajo publicado en Plenamar