Alarmantes, las declaraciones del pandillero dominicano Molaï Ortiz Mieses ante la Policía Nacional de Haití obligan a las autoridades locales a plantearse con mucha más seriedad el tema de las bandas que operan en el país vecino: saber que en sus filas hay criollos y que tienen conexiones directas con gente de aquí es extremadamente preocupante.
Tras leer las informaciones al respecto, ayer en la mañana el exdiplomático haitiano Edwin Paraison decía que tras las revelaciones de Molaï urge un encuentro de la cúpula de inteligencia de la isla.
Paraison sustenta su afirmación en que Molaï es el brazo derecho de “Ti lapli”, el líder de una de las 3 gangas más peligrosas de Haití. Ortiz Mieses, que es prófugo de la justicia dominicana, llegó a Haití hace diez años y se unió a la banda de Carlos Petit-Homme, alias “Ti Makak”, asentada en un barrio de Pétion-Ville, en la capital, y llegó a ser el tercer jefe, como consta en un cable de EFE.
Entre sus “hazañas” está la participación en el asesinato del inspector de división Dan Jerry Toussaint el 1 de enero de 2022, durante un asalto a la subcomisaría de Thomassin, en Laboule 12, zona de Fessard, por parte de al menos ocho integrantes de la banda. Da grima imaginar que nos toque lidiar con algo parecido.