Numerosos haitianos hambrientos y sin hogar tras un devastador terremoto se aglomeraron el viernes alrededor de camiones de asistencia y en algunos casos robaron artículos que les urgen, en medio de apuros de las autoridades para coordinar la entrega de ayuda e impedir que se repita su caótica respuesta a una tragedia similar hace 11 años. Los asaltos contra los envíos de asistencia ponen de manifiesto la creciente frustración de quienes perdieron su hogar después del movimiento telúrico de magnitud 7,2 del 14 de agosto que dejó casi 2.200 muertos, más de 12.000 heridos y causó la destrucción o daños a más de 100.000 casas.
“He estado aquí desde ayer sin poder conseguir nada”, dijo Sophinie Numa, de 23 años, que esperaba afuera de un centro internacional de distribución de asistencia en la ciudad de Camp-Perrin, ubicada en la región suroccidental de Les Cayes, la más afectada por el terremoto. “Tengo otras personas que están esperando que regrese con algo”. La mujer señaló que su casa fue destruida en el sismo y su hermana se fracturó una pierna. “La comida me ayudaría mucho con los niños y mi hermana”, apuntó.
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George Prosper también estaba entre la multitud ansiosa que esperaba ayuda. “Soy una víctima. Me rescataron de debajo de los escombros”, dijo Prosper, de 80 años. “Ahora no me siento bien estando de pie. Apenas puedo sostenerme”. En la pequeña ciudad portuaria de Les Cayes, un fotógrafo de la AP vio a personas que robaban colchonetas de espuma de un camión estacionado en un recinto de la Cruz Roja, mientras otros saqueaban alimentos que iban a ser distribuidos, dijo Jean-Michel Saba, funcionario de la Dirección de Protección CIvil del país.
La policía logró escoltar el camión con alimentos hacia un lugar seguro, señaló Saba, quien no precisó qué tanta comida fue robada. Aparentemente ocurrieron saqueos similares en la pequeña localidad de Vye Terre, cerca de Les Cayes, donde un segundo fotógrafo de la AP vio cuando un grupo de hombres sacaba grandes sacos de un camión con un contenedor a medio abrir.
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Luego las personas tomaban los sacos y se marchaban a toda prisa. Un hombre que se retiraba con un paquete de comida se vio rodeado de inmediato por otros que intentaron quitárselo, y la gente se puso a gritar. La frustración ante el ritmo de entrega de la asistencia se ha estado incrementando desde hace días, y se nota por el aumento en el número de personas que se aglomeran en los sitios de distribución. Sin embargo, el viernes fue la primera jornada de saqueos generalizados.