Rompamos el hielo de la negatividad enraizado en los tejidos del pueblo dominicano, la mejor forma de quebrar la negatividad es afirmando y expresando que podemos cambiar; así es, podemos.
El Estado dominicano puede romper la regularidad del ritmo y de los comportamientos que se generan en la cotidianidad, de la misma manera que los músicos del jazz articulan el efecto síncopa, creando una contradicción rítmica que genera belleza y una bella pieza musical.
Cuando asisto a los conciertos de jazz me sorprende el nivel de improvisación que los músicos crean de forma intencional, una impremeditación que rompe lo establecido y que al mismo tiempo generan sonidos armónicos.
Creo que si extrapolamos el género del jazz en el plano sociopolítico, estoy más que seguro que podremos producir comportamientos armónicos, generando una diversidad enfocada en una agenda de Estado que beneficie a la mayoría, creando espacios de crecimiento y oportunidades en el pueblo dominicano.
En los conciertos de jazz los músicos emanan de diferentes estratos sociales, de diferentes países, con diferentes idiomas, diferentes creencias religiosas y un arcoíris de pensamientos sociopolíticos; sin embargo, cuando llega el momento de tocar y expresar los sentimientos y verdades cardinales, todos se unen con un fin en común el cual consiste en estimular la socialización en medio de la diversidad y tejer la integración de personas olvidadas.
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El jazz surge en la mitad del siglo XIX, con un sector marginado, los negros esclavos de los Estados Unidos, pero su expresión fue tan genuina, real y del corazón que provocó un sentir de unidad entre los blancos y los negros, rompió las diferencias étnicas y saltó a todos los continentes dejando un cordón de unidad y de esperanza.
Todos los protagonistas en el Estado dominicano debemos copiar de ese género musical, de sus efectos y consecuencias. ¿Cómo es posible que la mayoría del pueblo dominicano solo se enfoca en el triunfo de un individuo que se autoproclama como el redentor del pueblo dominicano?
Observamos en los medios como el enfoque es el crecimiento de un partido político sin doctrinas claras y caminando sobre los mismos rieles del fracaso. Debemos unir como unifica el jazz, debemos integrar e improvisar para romper lo tradicional y lo cotidiano.
Debemos reconocer que todos nosotros tenemos experiencias y contextos diferentes y que esa realidad se puede convertir en una vivencia muy enriquecedora. Vuelvo a recordar, y lo creo, que podemos cambiar y tenemos el potencial para hacerlo, debemos crear doctrinas de Estado que nos unan bajo el único propósito de fortalecer las familias dominicanas.
A veces atacamos la historia política de los Estados Unidos por los acuerdos doctrinales que ellos plasmaron; por ejemplo, Doctrina del destino manifiesto, la Doctrina Monroe, el Corolario Roosevelt, la Doctrina de la seguridad nacional y la Doctrina de Agresión positiva, todas ellas bien planificadas para fortalecer la expansión del territorio Norte Americano.
Estemos o no de acuerdo con esas doctrinas, como dominicanos debemos cuestionarnos si poseemos doctrinas de desarrollo que estén por encima de los partidos políticos. Yo vuelvo a decir, que podemos cambiar, si dejamos a un lado el protagonismo, podemos cambiar si tocamos todos juntos e improvisamos para romper lo cotidiano, podemos cambiar si entendemos que nuestro tiempo en esta tierra es corto y que solo existimos para generar soluciones y no complicaciones.
Cada partido político es como un instrumento musical y cada ciudadano es un espectador del concierto social, si nos unimos bajo una partitura que produzca una doctrina de crecimiento, dejaremos un legado imborrable. Vamos hacia adelante, no desmayemos: ¡Vamos a cambiar!