Este artículo conlleva dedicatoria al presbítero y muy amigo Víctor Melquíades García, quien ha mostrado algún celo de que el gentilicio dominicano le sea aplicado, además de los naturales de República Dominicana, a los religiosos de la Orden de Predicadores, más conocidos como dominicos. Ellos están estrechamente ligados a nuestra historia y cultura.
La Orden de Predicadores fue fundada en 1216 (hace 808 años), es decir 276 años antes de que los europeos arribaran a nuestro continente, hecho ocurrido en 1492. Con los conquistadores llegó a nuestra isla una misión de los dominicos y pronto pusieron el fuego de su oratoria al servicio de los derechos de los aborígenes.
Hay unas coincidencias que señalar que conciernen directamente a nuestro tema. Se trata de que la congregación dominica fue fundada por Santo Domingo de Guzmán; los llamados descubridores denominaron Santo Domingo a la ciudad que ha sido la capital de la República y lo fue de la colonia.
En un contexto en el que se refiere a las luchas de los frailes dominicos por los derechos de los aborígenes de La Española y el discurso pronunciado por Antonio Montesino en 1511, el historiador José Gabriel García expresa lo siguiente:
“Los dominicanos a su vez aceptaron el reto, resolviendo diputar al mismo padre Montesino para que, acompañado de su prior, defendiera en España su doctrina y sostuviera el concepto de la comunidad. El rei se había pronunciado ya en el asunto manifestando al provincial de Castilla el disgusto con que miraba el mal temperamento adoptado por sus frailes; pero tan pronto como abrió sus puertas a Montesino y se decidió a oírle con detenimiento, abrigó algunas dudas y creyó que era necesario poner remedio a los abusos que en América se cometían con los indios, mandando enseguida a formar una junta compuesta de teólogos y juristas, para que pesando lo que alegan los padres dominicanos, con lo que sostenían los interesados en los repartimientos, resolviera sobre la materia lo que le pareciera procedente”. (Compendio de la Historia de Santo Domingo, tomo I, 4ª edición, año 1982, pág. 85).
Los frailes dominicos establecieron una comunidad en Santo Domingo desde 1510, recién iniciada la conquista y colonización. No era tiempo para que a los habitantes de La Española se les llamase dominicanos. Lo cierto es que antes de llamar dominicanos a los habitantes de la parte oriental de la isla de Santo Domingo, los religiosos creados por Domingo de Guzmán ya se identificaban de este modo. De su historia, contenida en la página oficial de la orden, cito:
“Nacía así la Orden de Predicadores formada por frailes, monjas contemplativas y laicos, a la que se sumaron más tarde las hermanas de vida apostólica formando la Familia Dominicana, en total unos cien mil miembros. A lo largo de estos 800 años…”
Nuestra isla fue llamada La Española por los extranjeros que desembarcaron aquí en 1492 y aunque todavía en algunos ámbitos internacionales nos mencionan como La Española o Hispaniola, ese nombre fue sustituido alrededor de medio siglo después por Santo Domingo, que ya así se llamaba la capital de la colonia, sigue siendo el nombre de la capital de la República Dominicana y la denominación oficial de la isla es Santo Domingo, con el cual tiene mucho que ver el gentilicio dominicano.
Desde la primera era colonial (Inicia desde fin de la Conquista y concluye con entrega a Francia de la parte occidental de la isla. (1533-1697), inició la gestación del pueblo dominicano: mixtura de blancos españoles, negros africanos y algo de la población taína. Este pueblo, mestizo, de religión cristiana e idioma español, se concentró en la parte oriental de la isla. En el lado occidental, se desarrolló otra nación, formada por residuos del mercado de esclavos establecido por Francia, cuyo insumo lo constituían personas de piel negra capturadas en África. Un día, en 1804, los esclavos se insubordinaron y Francia hubo de negociar con ellos la formación de la República de Haití.
El gentilicio dominicano deriva del nombre Domingo; algunos historiadores (Juan Daniel Balcácer y Emilio Rodríguez Demorizi) coinciden que este surge del nombre de Santo Domingo, con el cual Bartolomé Colón fundó la Ciudad Primada de América sobre la margen oriental del río Ozama, a finales del siglo XV. Me parece pertinente citar esta explicación de Balcácer:
“Sabemos que el gentilicio dominicano comenzó a usarse desde 1621; y que varias décadas con posterioridad a las Devastaciones de Osorio (1605,1606), la isla de Santo Domingo dejó de ser posesión española en su totalidad y pasó a ser compartida con Francia, país que importó esclavos africanos a la parte Occidental y estableció allí la sociedad colonial conocida como Saint Domingue o Santo Domingo francés. De modo que fue hacia mediados del siglo XVII cuando los primeros escritores del Santo Domingo español empezaron a utilizar el gentilicio dominicano para identificar a los naturales de la parte española de la isla, no solo como uno de los elementos definidores de lo que en el futuro sería la identidad nacional del colectivo, sino también para distinguirlos etnológica y culturalmente de los habitantes de la parte francesa”. (Juan Daniel Balcácer, Diario Libre, 3 nov. 2012).
Hasta la edición de 2013, el Diccionario de la lengua española, en la entrada del vocablo dominicano, incluía de inicio la acepción relativa a la Orden de Predicadores y en segundo lugar colocaba lo concerniente a naturales de República Dominicana. Desde la edición 23ª , dice así: 1. adj. Natural de la República Dominicana, país de América, o de Santo Domingo, su capital. U. t. c. s. 2. adj. Perteneciente o relativo a la República Dominicana, a Santo Domingo o a los dominicanos. 3. adj. dominico (? integrante de la Orden de los Hermanos Predicadores). U. t. c. s.
Más recientemente, el Diccionario académico ha agregado como sinónimo de dominicano: dominico. 4. adj. dominico (? perteneciente a la orden de los dominicos).