Identidad humana bajo el dominio extraterrestre

Identidad humana bajo el dominio extraterrestre

Rafael Acevedo

No conocía la historia de Eusebio Puello, hasta un reciente y magnífico artículo de mi amigo Pedro Delgado Malagón.
El tal Eusebio, siendo un negro dominicano, fue, casi un niño, miembro del ejército haitiano de dominación. Y años más tarde, este mismo negro dominicano, fue general del ejército español durante la Anexión.
El eje del artículo de Delgado es un breve, pero interesante ensayo sobre el problema de la identidad, particularmente, la de nosotros, los dominicanos. Que es, también, el problema universal que atañe similarmente a especies animales y de plantas.
Interesantemente, el camaleón, por ejemplo, podría acaso considerarse “éticamente” superior al hombre; al menos a Eusebio, porque en este lagarto, el camuflaje es solamente táctico, para fines de defensa o ataque; mientras que en Eusebio, no se trataba de simulación, sino de una transformación en la que se abandona gran parte de la personalidad y el ser anteriores.
Tengo pocas dudas de que bajo dominio de extraterrestres (o de chinos), serían muchos los que usarían cosméticos color verde (o amarillo: estirándose y achicándose los ojos para asemejarse).
La identidad y la adaptabilidad de toda criatura, la nuestra incluida, están en su ADN. En componentes psico-físico-químicos. Posiblemente el humano tiene mayor adaptabilidad, debido a que es capaz de transformarse, consciente y propositivamente, a sí mismo.
Antiguamente, la identidad individual estaba mayormente determinada por el grupo, por la tribu. Debido a transmigración y variaciones climáticas, el hombre ha sido un sujeto generador y productor de cultura e historia, y de su propio sentido del yo y del nosotros, de su identidad individual y colectiva.
Pocos pueblos mantuvieron su identidad bajo de esclavitud. Solo aquellos que, como los hebreos, tenían una Promesa, un Proyecto, podían mantener su sentido de pertenencia, rumbo e identidad bajo duras condiciones de opresión.
Duarte trabajó a fondo nuestra identidad en sus predicamentos y consignas patrióticas. Una sola fe, una sola verdad, una sola raza, mestiza, y libre; democrática y respetuosa de sus semejantes, nunca inferior a nadie.
Trujillo y otros gobernantes han trabajado nuestro orgullo patrio y nuestra identidad cultural.
Por lo de la raza, seguramente es propósito de Dios que seamos mestizos: Estamos definitivamente vacunados contra el racismo; aunque nunca faltan resabios y extravíos como el de Eusebio.
Entre nuestros nativos y esclavos africanos hubo grandes ejemplos de orgullo y coraje en defensa de su ser cultural y étnico. Pero muchísimas veces la opresión, la falta de metas y de unidad condujeron a la confusión, la traición y al cambio de lealtad y de identidad. Suele ocurrir algo similar cuando la necesidad y la ambición separan al individuo de su familia y su comunidad de origen.
El dominicano ha tenido al haitiano como referencia negativa, menos por su piel, uniformemente oscura, que por su persistente proyecto de dominarnos a los del oriente insular. Lo cual nos ha ayudado a perfilar nuestra identidad. Mas, nuestra condición de cristianos y de mulatos nos preserva del odio y la discriminación, aunque la historia, la cultura y el idioma nos separan.

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