Deplorable la aguda falta de medidas efectivas y de amplio alcance para combatir la desordenada circulación de autos, camiones y motocicletas etc. que colocan al país entre los de más altas tasas de accidentes mortales a nivel mundial. Un vacío que auspicia caos y letalidad viales documentado ayer ante el Congreso Nacional por la principal autoridad en materia de tránsito, ingeniero Milton Morrison, director del Intrant.
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Y para más señas, un funcionario comprometido a acabar con la anarquía de los desplazamientos contando con solo 1,752 agentes Digesett para supervisar 48 mil kilómetros cuadros por los que se mueven más de seis millones de vehículos de motor; con provincias de reducida capacidad para imponer orden en calles y carreteras como es el caso de Monseñor Nouel (Bonao) situada al borde de la principal autopista troncal y de mayor registro de fatalidades con la sola vigilancia de 17 hombres y mujeres para turnos de doce horas. A esa limitación atribuye Morrison gran parte de la indolencia que deviene en tragedias.
Su principal herramienta es una ley sin severidad de sanciones para tropelías que ipso facto deberían privar de licencia, provisional o definitivamente, a infractores tras conducir bajo efectos del alcohol que logran escapar masivamente de pagar multas por rápida expiración del plazo en que les resulta obligatorio hacerlo(un año). Desarmados de cláusulas que de alguna forma, tipifiquen como auténtico intento de homicidio la conducción temeraria de vehículos de carga con propensión a fallas metálicas y al estacionamiento sin señales luminosas en rutas interurbanas que año por año han llevado luto a muchas familias
Agentes sin el respaldo de la ley y el apoyo presupuestal para la capacidad de inmovilizar y conducir hacia depósitos máquinas rodantes de máximo peligro encontradas en manos incompetentes. Que carecen de respaldo institucional y personal para limitar la velocidad por túneles y elevados y combatir carreras ilegales por vías públicas; una plaga que se suma al desparpajo de motociclistas que ponen fin a muchas vidas. Los nuevos dueños del país.