La denuncia sobre torturas contra internos de la cárcel del 15 de Azua viene a engrosar la lista de casos de violaciones a los derechos de personas privadas de su libertad.
Pero la misma denuncia debe servir para revisar las sanciones aplicadas en casos anteriores de maltrato a presos, como los cometidos por los denominados BPT en Najayo Menores en por lo menos dos ocasiones, así como en Rafey y San Pedro de Macorís.
Es inadmisible que personal entrenado para el manejo de las cárceles marche a contravía de los innegables esfuerzos y avances encaminados por las autoridades con el propósito de humanizar el sistema penitenciario y de transformar las cárceles en centros dedicados a la regeneración de la conducta de los individuos que hayan entrado en conflicto con la ley.
La denuncia de los defensores públicos Pedro Pablo Valoy y Heilin Figuereo Ciprián, basada en una investigación que hicieran, da cuenta de que hay internos de la cárfel del 15 de Azua que han sufrido fracturas y otras lesiones, que les han sido provocadas por custodias del recinto.
Estas afirmaciones nos traen al recuerdo el caso de la cárcel Najayo Menores, en la que un muchacho quedó parapléjico después de que fuera herido de un cartuchazo por un custodia y no parece que se haya hecho esfuerzo alguno por castigar al culpable y resarcir a la víctima de esos daños.
Uno de nuestros grandes pecados, que sirve de fertilizante para la reincidencia en criminalidad, es que no se ha aplicado el correspondiente castigo en casos de violaciones a la ley, y que se suele premiar con una simple cancelación a los que han faltado a sus deberes.
Probablemente esa sea la causa de que sean tan frecuentes las denuncias de violaciones a los derechos de los presos en cárceles de este país.
La reforma del sistema penitenciario requiere una verdadera reforma en la mentalidad del personal encargado de manejar cárceles, como forma de hacer desaparecer esa vocación de verdugos que caracteriza a los que son capaces de cometer actos como los denunciados en cuanto a la cárcel del 15 de Azua.
Es inadmisible que ocurran semejantes barbaridades.
Sería inadmisible que queden impunes.
Tendencias brutales
El incidente en que tres jóvenes resultaron muertos a balazos en el estacionamiento de una discoteca de la avenida Tiradentes pone de manifiesto rasgos de una cultura de violencia que ha costado muchas vidas en este país.
Frecuentemente, cualquier celebración que debería garantizar gozo a sus participantes, se transforma en tragedia por trivialidades como las que, hasta donde se ha dicho, condujeron al incidente que comentamos.
Estos sucesos nos dejan la impresión de que en nuestra sociedad abundan seres que se han encargado de devaluar la vida de las personas. Se mata por un celular, por un quítame esta paja, por una discusión que debiera ser intrascendente, y se hace con el mayor desparpajo, con absoluta frialdad.
Ahora, lo que debió ser una gozosa celebración es un motivo de dolor para varias familias, y una causa de consternación para una sociedad que aspira a que sean superadas estas tendencias brutales. Que la Justicia haga su papel.