En principio la idea de los corredores para el tránsito parecía un buen plan pues incorporaría a los choferes de una ruta en una empresa o cooperativa que formaría parte de una fideicomiso público-privado, se eliminarían los «carros del concho”, los usuarios contarían con autobuses cómodos y los conductores privados nos beneficiaríamos de un menor parque vehicular y por consiguiente menos tapones, sin embargo la implementación, especialmente el corredor de la Av. Charles de Gaulle, revela fallos en el concepto.
Lo primero es que no se licitaron las rutas, fueron entregadas a los “sindicatos” o más bien empresarios del transporte, denominados por el pueblo como “los dueños del país”, no se han incorporado los choferes de las rutas y el ultimo corredor, donde supuestamente operan alrededor de tres mil vehículos, resulta prácticamente imposible convertirlos a todos en choferes de los autobuses. ¿Convivirán ambos sistema? ¿Se quedaran sin trabajo? ¿Les compraran las unidades?.
El otro elemento preocupante es que en los tres corredores que ha inaugurado el Presidente Abinader han sido sacadas de circulación los autobuses de la OMSA y los usuarios que pagaban $15 ahora deben pagar $35 en los flamantes autobuses privados, aunque teóricamente la ruta es más larga.
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Hay muchas incógnitas en el plan, por ejemplo, ¿Es cierto que hay una especie de “pasaje-sombra” que garantiza a los empresarios recibir un ingreso del presupuesto cuando no alcancen el punto de equilibrio? ya vimos los miles de millones que costó al erario público, vale decir a los contribuyentes, el “peaje-sombra” de la Autopista del Nordeste que felizmente este gobierno resolvió.
Lo cierto es que si esos corredores privados contarán con un subsidio para garantizarles rentabilidad entonces más vale la pena haber invertido esto en una OMSA bien administrada que podría brindar el mismo servicio, porque el transporte en todos los países, especialmente donde el ingreso de la mayoría es muy bajo, es necesario subsidiarlo, pero debe ser al transporte público no al privado.
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Da la impresión que se trata de entregar de manera definitiva al sector privado, ayer “sindicalistas-empresarios” hoy empresarios a secas, el monopolio del transporte y el Estado se desentiende de su obligación de suplir un transporte confortable, seguro y lo más importante a un precio que no sangre el bolsillo de los que deben dedicar un alto porcentaje de sus magros ingresos a transportarse a sus centros de trabajo.
Espero estar equivocado en mis inquietudes, aspiro que el plan del gobierno para la colectivización sea exitosa, que permita eliminar para siempre el ineficiente transporte en “carros de concho”, transporte a los sectores de bajos ingresos y también a la clase media, como en otros países donde dejan sus vehículos en los hogares, a un precio asequible, se busque una salida humana a los choferes que no puedan incorporarse a los corredores y garantizar que los “propietarios” de estos al convertirse en monopolios no chantajeen a los diferentes gobiernos con aumentar la tarifa si no les garantizan la rentabilidad.