(y 4)
§ 17. Actuación en Santo Domingo III. Es un tópico histórico discurrir sobre la llamada, por los historiadores tradicionales u oligárquicos, independencia efímera proclamada por Núñez de Cáceres el 1 de diciembre de 1821, verdadera primera independencia dominicana con su Declaración y Acta Constitutiva en regla contra España, tal como lo hicieron los demás libertadores, hijos de peninsulares, desde 1810.
§ 18. Existe una abundante bibliografía sobre el tema de la independencia de Núñez de Cáceres. En las entregas anteriores vimos causas, motivos, razones políticas, posibles razones personales, por qué no abolió la esclavitud, reparos de los historiadores oligárquicos y marxistas, abandono de la base social que le apoyó, comenzando con los militares dirigidos por Pablo Alí y los comerciantes encabezados por los catalanes Manuel Pers y Buen Jesús, y posiblemente por el sector criollo que encabezó el deportado a Cuba Manuel Delmonte Cabral, expedientes no han sido debidamente analizados como factor de derrota de la independencia de Núñez de Cáceres, la cual duró 71 días, a los que remató Boyer el 9 de febrero de 1822 con la unificación de la isla.
Uno de los debates candentes insolubles, porque depende del cristal ideológico y de clase donde el interviniente se sitúe, es si fue ocupación o unión.
Debate que carece de importancia y pertinencia, porque el resultado fue 22 años de unión sin un solo levantamiento contra tan odiosa “ocupación” y con la cual colaboró toda la sociedad oligárquica colonial, los comerciantes criollos y extranjeros y los futuros “trinitarios” que encabezaría Duarte, menos el clero medieval dirigido por el obispo Pedro Valera Jiménez, instigador, junto a algunos hispanófilos, de la llamada “revolución” de los Alcarrizos, liquidada sin efusión de sangre y deportados a Cuba y Puerto Rico los complotados.
§ 19.Si Núñez de Cáceres no hubiese estado dotado de una ideología del criollo y de la ideología de la Ilustración francesa, hubiese vivido sus días feliz y rico bajo la unión con Haití, pues Boyer le ofreció el cargo de senador vitalicio y otras canonjías que hubiesen vuelto loco a cualquier hispanófilo oligarca de los que apoyaron a Boyer.
Estos oligarcas preferían un gobierno de mulatos haitianos a uno de negros como Louverture, Dessalines o Cristóbal. Pero Núñez de Cáceres rechazó estos privilegios y prefirió irse al exilio, pobre, a comenzar de cero en Caracas el 22 de abril de 1823, con una imprentica a cuestas, él que no sabía manejar una imprenta, para vivir de lo que apareciera, con una familia de cuatro hijos y mujer.
§ 20.Actuación en Venezuela.Existen varios libros de historiadores que han escrito sobre la vida de Núñez de Cáceres en Caracas, Venezuela. El de Lepervanche Parpacén, que debe estar en nuestra Academia de la Historia, pues Rodríguez Demorizi lo cita; el trabajo de Larrazábal Blanco, incluido en el libro de Rodríguez Demorizi, el Diario del agente inglésRobert KerPorter en Caracas, Daniel Florencio O’Leary, el mismo Páez en su autobiografía,y las Memorias escritas por Pedro Núñez de Cáceres, hijo del prócer, y finalmente, el libro del historiador Manuel Carrero Murillo titulado Núñez de Cáceres en Venezuela, ya citado en la primera entrega de esta serie. Y en nuestro país, lasobras más importantes son las de Gustavo Adolfo Mejía Ricart, Rodríguez Demorizi, Emilio Cordero Michel y las 30 obras documentadas por Jesús Zerpa que tratan sobre la independencia de Núñez de Cáceres.
Dice Carrero Murillo al establecer el contexto histórico-político que encuentra Núñez de Cáceres al llegar a Caracas por el puerto de La Guaira: “En su equipaje incluyó la imprenta de la que habían salido los dos primeros periódicos en Santo Domingo, que sería muy útil en su nueva vida en Cáceres.
Cuando el antiguo Teniente del Gobernador, Asesor General y Auditor de Guerra de Santo Domingo, y después autor de la proclama de su independencia llegó a Caracas en abril de 1823, Venezuela era un Departamento de la República de Colombia con sus propios caracteres como nación y sus grupos de poder e interés oligárquicos, gobernada por el general Páez, poco después convertido en adversario de la unidad colombiana, lo que quizá interesaba a Núñez de Cáceres en su propósito de resolver la situación de su patria.” (P. 22).
§ 21. Solo una inteligencia privilegiada, un don de mando y un trabajador infatigable explican, y Carrero Murillo se sorprende de todo esto, cómo en apenas un año Núñez de Cáceres funda el periódico El Constitucional Caraqueño, el cual le abrirá las puertas a la gran política de Venezuela y lo convertirá en el intelectual orgánico del proyecto de Páez se separarse de la Gran Colombia y de quien será secretario general y principal diseñador de la estrategia para lograr la finalidad que se proponía el famoso político llanero.
Los pormenores de este proyecto y su fracaso están narrados en detalle por el historiador Carrero Murillo, pero baste decir que, a la llegada de Bolívar a Caracas en 1827, Páez se rindió ante la personalidad avasalladora del Libertador y el plan se congeló, para concretarse en 1831.
Carrero Murillo conjetura que Núñez de Cáceres comenzó a perder poder político con Páez cuando este tuvo conocimiento de una carta que el dominicano le dirigió, imprudentemente, a Tomás Lander en la que le externaba la confidencia de que el general Páez no se decidía a cruzar el Rubicón y que políticamente no era el hombre para esa tarea, es decir, la de producir la separación de la Gran Colombia, país que, con Santander a la cabeza de la oligarquía bogotana, drenaban todos los recursos económicos a favor de su causa y no de Venezuela.
§ 22.Actuación en México. El Libertador, para deshacerse de Núñez de Cáceres le nombró para cargo de “Asesor de la Intendencia de Maturín, bajo las órdenes del general Mariño” (Carrero Murillo, p. 80), pero el historiador venezolano dice no haber encontrado ningún documento que certifique que el dominicano aceptó la designación. Y, al contrario, encontramos sí documentado que Núñez de Cáceres solicitó pasaporte a Bolívar para salir hacia México.
Se le concedió el pasaporte y salió para México en 1827, y luego de un arduo periplo, ya naturalizado mexicano, se estableció en 1831 en Ciudad Victoria, capital del estado de Tamaulipas y llegó allí con sus hijos José, Gregorio y Gerónimo y desplegó una intensa actividad política e intelectual y se vinculó a la fracción política más radical y anticlerical del México de aquella época, la que dirigió el vicepresidente de la República y varias veces presidente interino el doctor Valentín Gómez Farías.
Fernando Pérez Memén, en su ensayo titulado “José Núñez de Cáceres: de liberal moderado a liberal radical” (Clio 87 [194: 93-105]) asevera que la obra del prócer ha sido infravalorada y resalta la influencia que suscitó su independencia de 1821 en Puerto Rico con el precursor independentista Antonio Valero de Bernabé, quien contó con el apoyo de la sociedad Rayos y Soles de Bolívar en 1823; y, en Cuba, en el mismo año, con José Francisco Lemus y su Cubanacán. (PP. 98-99).
En síntesis
§ 23. CONCLUSIONES. En Venezuela, Núñez de Cáceres dejó un legado imperecedero con su actuación como secretario político de Páez y la fundación de varios periódicos y su participación en el grupo conocido como la Cosiata. Y dejó a su hijo, Pedro, abogado, nacido él, según dice, en abril de 1800 en Santo Domingo, lo cual contradice a Morillas, quien asegura que Núñez de Cáceres embarcó para Cuba en 1799 al producirse el traspaso de mando a las autoridades franceses de acuerdo con el Tratado de Basilea.
Lo cual supone que tal embarque debió ocurrir en 1800 cuando el niño Pedro tenía meses de nacido. A su vuelta al país en 1808 a raíz del sucedido de Palo Hincado y hasta 1823, fecha de embarque para Venezuela, el hijo de Núñez de Cáceres, dice haberse graduado de abogado. En Caracas formó dos familias y la última, ligada a una pariente directa del gran dictador Juan Vicente Gómez, fue la que conservó el manuscrito de las Memorias de Pedro Francisco de Paula Núñez de Cáceres, un documento excepcional sin el cual es imposible conocer la historia de Venezuela en ese período de Páez, Bolívar y los hermanos Monagas, ambos presidentes de aquel país. La obra se publicó en 1993 (Caracas: Instituto Autónomo Biblioteca Nacional-FUNRES).
En lo referente a México y la actuación en Tamaulipas, hay abundante documentación. La más reciente es el libro de Octavio Herrera Pérez titulado Tamaulipas y República Dominicana: Núñez de Cáceres: Un vínculo de Independencia. México: Instituto Tamaulipeco por la Cultura y las Artes, 2013 y el ensayo de Germán de la Reza “El intento de integración de Santo Domingo a la Gran Colombia (1821-1822)”. Secuencia 93 (2015). (Pérez Memén, art. cit., pp. 98, nota 12 y 100, nota 21).
Sobre la actuación de nuestro prócer en México, acota Pérez Memén (art. cit., p. 102), lo siguiente: “En Tamaulipas ocupó importantes puestos administrativos y políticos. Fue fiscal de la Suprema Corte de Justicia de esa entidad, oficial mayor del Gobierno estatal, con funciones de secretario general, con esta posición se convirtió en el segundo funcionario más importante de ese Estado.
Mediante el proceso eleccionario en 1833, fue electo senador por Tamaulipas en el Senado, en la V legislatura, ejerció el poder el vicepresidente en funciones de presidente Valentín Gómez Farías, en ausencia del presidente López de Santa Ana. Es el período en que se realizó la primera reforma liberal de carácter radical, la que apoyó Núñez de Cáceres, cuyo anticlericalismo se mostró en su fracasado proyecto emancipador de Santo Domingo, luego en su exilio en Venezuela, donde escribió artículos anticlericales en el periódico que redactaba, El Relámpago.”
Es a este Núñez de Cáceres, creador de la primera y única independencia dominicana, al que los poderes fácticos y oligárquicos partidarios de lo “políticamente correcto”, ven con ojeriza. Pero la historia es lo que sucede y los hechos no se confunden con los deseos. El resto fue Separación, como se llamó la calle El Conde y que así debió llamarse hasta hoy, pero la hispanofilia prefirió el nombre de Bernardino de Meneses Bracamonte y Zapata, alias el conde de Peñalba (1632, Talavera de la Reina, 1632 y Cartagena de Indias, 1656).
Vaya usted a saber quién recuerda tan pintoresco como consonántico apelativo, quien no tuvo ningún mérito en la derrota de la invasión de Penn y Venables, la cual corrió a cuenta de los lanceros criollos y del desorden de las tropas ingleses. Victoria caída del cielo, como dice Moya Pons, de ahí el invento de la derrota de los ingleses por unos cangrejos hermanos de la costa.