La Navidad refleja en su esencia el sincretismo mágico-religioso con símbolos provenientes del paganismo y el cristianismo. Una de las manifestaciones de este sincretismo es el acto de repartir regalos y juguetes a niños y niñas, actividad presente en las tradiciones paganas greco-romanas y de gran parte de Europa, así como en nuestra religiosidad popular.
En la antigua Grecia y Roma (antes de Cristo) se celebraba la llegada del solsticio de invierno y el final de las cosechas con grandes fiestas en honor al Dios Saturno (Cronos para los griegos).
Estas fiestas se extendían a varios días terminando el 25 de diciembre con la distribución de regalos y juguetes para niños y niñas.
Otros países muestran en su cultura prácticas análogas de distribución de regalos en fechas cercanas al solsticio de invierno y al 25 de diciembre con otros personajes y símbolos mágico-religiosos, algunos son: en Holanda el Sinterklaas (duende que repartía regalos, nombre que supuestamente da origen a la figura de “Santa Claus” por una deformación angloparlante), en los valles vascos y navarros la del Carbonero Olentzero que llevaba regalos, en los valles de Vizcaya y alrededores también Iratxoak (duendecillos) con gorros verdes de armiño y el hada llamada “Befana” que le repartía regalos a los niños italianos.
A través del tiempo estos símbolos y actores se mezclaron con la figura de San Nicolás proveniente de Turquía, quien respondía a un perfil similar.
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En nuestro país la tradición de distribuir regalos y juguetes a niños y niñas presenta distintos matices vinculados a la tradición judeo-cristiana y al sincretismo mágico-religioso afrocaribeño.
En la región del Cibao se reparten los regalos y juguetes a niños y niñas el 25 de diciembre dejados por “el niño Jesús”. En Santo Domingo, Suroeste y Sureste ocurre el 6 de enero, Día de los “Santos Reyes Magos”.
En convivencia con ello se encuentra una celebración sincrética de nuestra religiosidad popular con origen afrocaribeño el 25 de diciembre.
Ese día las personas que son mellizas (“marasas”) organizan en su comunidad una fiesta para los niños y las niñas y les proporcionan arroz con dulce, golosinas y juguetes.
El juego es un derecho fundamental para la niñez e indispensable para su formación y desarrollo integral.
Las tradiciones vinculadas a la Navidad ofrecen de cierta manera la oportunidad a niños y niñas de ejercer ese derecho.
Lamentablemente no se cumple en la totalidad de la población infantil en nuestro país; la pobreza es su principal barrera. Se necesita que toda nuestra niñez goce del respeto a su derecho al juego y recreación sin desigualdades ni exclusiones.