Por Julio Ravelo Astacio
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Refresquemos la memoria. Recordemos las llamadas “4P” (polidipsia, polifagia, poliuria, pérdida de peso) y agreguemos a ellas un dato que viene de lo más antiguo, “las llamadas hormigas curricoche”. Ellas se colocan alrededor de la gota de orina que cayó fuera del espacio reservado para hacer pis… se van alineando en torno a la gota de orina, cercándola por todas partes.
Aquí como en todo, viene la historia. En la antigua Grecia, Apolonio de Menfis (250 a.C.) acuñó el término Diabetes. En griego esta palabra significa: “correr a través de” y se refiere a la eliminación exagerada de agua. Su descripción se evidenció en el Papiro de Ebers (1550 a.C.) y en los Vedas hindúes, quienes describieron casos de orina pegajosa y sabor a miel.
Es decir, amigos lectores, que antiguamente para diagnosticar esta enfermedad el Doctor se tenía que convertir en un buen catador de pis… Debía comprobar si la orina estaba dulce y así establecer que la persona podía padecer la enfermedad. ¡Cómo cambian los tiempos y las cosas! Hoy, por suerte y gracias a los avances de la ciencia, aparte de los síntomas clínicos, basta con hacer las pruebas de laboratorio que nos indiquen los niveles de glucosa en sangre y orina. Para esos fines, terminó la época de los “catadores de orina”, con todo lo que ello implicaba.
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Las repercusiones emocionales en el paciente diabético son múltiples y de variada intensidad. No olvidemos que la enfermedad per se genera cambios en el estilo de vida, alimentación, chequeos médicos, tratamientos, aceptación de la enfermedad, el estigma que, aunque ya más leve persiste y todo ello contribuye al disconfort y el distrés del paciente.
La salud mental influye en muchos aspectos del diario vivir. Los problemas de salud mental pueden desmejorar la diabetes. Las dificultades con la diabetes consiguen empeorar los de la salud mental. No obstante, resulta que si una mejora la otra también lo hace. La depresión: enfermedad que causa sentimientos de tristeza, pérdida de interés por las actividades que antes la persona disfrutaba, interfiere en el buen desempeño de sus labores. Apatía y el desinterés pueden llevar al paciente diabético a descuidar su atención y tratamiento con las consecuencias de lugar.
Los diabéticos tienen entre 2 y 3 veces más posibilidades de sufrir depresión.
Entre el 25-50% de estos reciben el diagnóstico de depresión. Si tomamos en cuenta que existen aproximadamente 43 millones de personas con diabetes en América Latina y El Caribe, quiere decir que tendríamos unos 11,250 millones de diabéticos con depresión.
Algunos síntomas depresivos se solapan con los de la diabetes a saber: fatiga, trastornos del sueño, cambios en el peso, alteración de los hábitos alimenticios. Ésta a menudo se confunde con el distrés por la diabetes. Malestar emocional que surge concretamente de convivir con la diabetes y manejarla, no tiene que afectar a su forma de ver la vida en sentido global. Envuelve aspectos relacionados con: frustraciones por el autocuidado diario y constante de la diabetes, preocupaciones, pudiendo desarrollar consecuencias futuras.
Otra manifestación que debe preocuparnos es el trastorno por ansiedad.
Aproximadamente, de cada 6 personas con diabetes, tipo 2 sufren de ansiedad. Los síntomas en estos pacientes se asocian con: resultados metabólicos y un manejo inadecuado de la diabetes, complicaciones, síntomas depresivos y deterioro de la calidad de vida.
En ocasiones resulta difícil de reconocer, ya que, la ansiedad y los ataques de pánico comparten algunos síntomas similares a la hipoglicemia como: sudoración, aumento del ritmo cardíaco, temblores y náuseas.
No podemos dejar de mencionar los trastornos alimentarios: anorexia, bulimia y trastornos por atracones.
La diabetes como enfermedad crónica demanda atención permanente del propio paciente, su médico, familiares y amigos. Fortalecer la confianza del paciente en que puede vivir con esta enfermedad es aspecto relevante ante la posibilidad de renunciar al tratamiento y a sus cuidados. Sugerencias:
- Es tu compromiso controlar la diabetes.
- Controlar tensión arterial, colesterol.
- Mantener cuidados odontológicos.
- Revisar tus pies.
- Controlar peso.
- No fumar.
- Alimentación sana, ejercicios físicos.
- Socializar.
- Aprender a vivir con la enfermedad.
- Chequeos médicos periódicos.
- No descuidar tratamiento.
- Orientaciones de un profesional de la salud mental.
Mis felicitaciones a los endocrinólogos y diabetólogos por su encomiable labor.