La educación sexual integral es un derecho humano (2 de 2)

La educación sexual integral es un derecho humano (2 de 2)

Por José M. Santana @JoseMSantana10 jsantana0225@gmail.com

En la primera parte de esta reflexión planteábamos la importancia de la educación sexual integral (ESI) y explicábamos por qué garantizarla es indispensable. Incluso, exponíamos algunas cifras que demuestran la urgencia de que el Estado dominicano implemente políticas públicas altamente eficientes en esta materia, para enfrentar males históricos como la violencia de género, los embarazos en adolescentes, las uniones tempranas, la mortalidad materna y neonatal, las infecciones de transmisión sexual (ITS) y la pobreza.

En este sentido, uno de los indicadores claves es el de fecundidad adolescente. Actualmente, en la República Dominicana, por cada 1,000 niñas adolescentes de 15 a 19 años, ocurren 77 nacimientos[1]. En los dos primeros trimestres del año 2023 se reportaron 11 mil 275 embarazos de adolescentes; 49.6% de estos derivaron en partos naturales, 41.2% en cesáreas y 9.1% en abortos[2]. Frente a este fenómeno no funciona y no funcionará la educación sexual basada en la abstinencia.

Entre los aspectos más negativos de esta problemática tenemos la alta probabilidad de que aproximadamente la mitad de estas jóvenes, sobre todo las de los quintiles más bajos, se verá en la necesidad de abandonar sus estudios secundarios o universitarios, lo que afectará sus oportunidades a corto, mediano y largo plazos, impactando en su condición socioeconómica, su salud y su bienestar general, dificultándoles su desarrollo integral. Salvo excepcionalmente, el embarazo adolescente se derivará en continuación de círculos de pobreza, empleabilidad de baja remuneración y mortalidad materna y/o neonatal, entre otras situaciones críticas.

Las sustracciones de menores, la violencia sexual, abusos e incestos son otras aristas del problema, y serían las causas de los embarazos tempranos de las niñas y adolescentes con edades entre los 10 y los 15 años. En el 2022 se documentó oficialmente un caso de embarazo de una niña de 10 años, otro de una niña de 11 años, 21 de adolescentes de 13 años y 413 casos de adolescentes de 14 años.

Es importante escuchar las voces de quienes proponen que el currículo educativo integre el desarrollo sexual saludable, con contenidos que ayuden a los y las estudiantes a promover la paz, el orden social, el equilibrio y la armonía familiar. Nuestra juventud debe ser educada en el respeto y la consideración, y enriquecida con valores morales y cívicos, para asumir, sin temor y con responsabilidad, la construcción de una sociedad más justa y menos violenta sexualmente.

Adicionalmente, la ESI debe ser exhaustiva, abarcando la educación biológica, psicológica y social del niño, niña y/o adolescente, así como la formación en valores y la promoción de actitudes y hábitos positivos para la vida. Por eso su promoción e implementación forma parte de la garantía del derecho a la educación de calidad.

«La ESI participa del mandato de igualdad sobre los derechos sexuales y reproductivos. Estos derechos incorporan determinadas implicaciones que deberían servir para informar y orientar las políticas de educación y salud pública», Garcés, M. (2016).

Consideramos que un paso importante para la ampliación y consolidación de la ESI es la formación pedagógica y didáctica de los y las docentes, y la elaboración de guías con orientaciones teóricas, metodológicas y ejemplos de actividades claras y precisas.

Además, la ESI, como parte de un abordaje integral, requiere cambios en el currículo escolar, en el tiempo y contexto de interacción del proceso educativo, contemplando las diversas formas e instancias de aprendizaje. Para su implementación, es esencial evaluar y ajustar las condiciones institucionales necesarias, su vinculación a la comunidad y el trabajo con las familias, y, especialmente, desarrollar proyectos e iniciativas de fortalecimiento de la escuela como espacio, no solo pedagógico, sino democrático.

La ESI también debe tener otros espacios de enseñanza-aprendizaje, directamente en las comunidades, para satisfacer todas las necesidades de información, reflexión y análisis crítico en la materia. Sin embargo, el reto más importante para la implementación es la ausencia de una política educativa que asegure contenidos garantistas de los derechos fundamentales: libertad, igualdad y solidaridad, al servicio del desarrollo de capacidades y del bienestar integral.

Enfrentemos los desafíos. Los impactos positivos de la ESI, ampliamente documentados por organizaciones como el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), valdrán cada esfuerzo, cambiarán vidas, familias y comunidades enteras, pues incluyen retraso de la edad de la primera relación sexual; reducción de la frecuencia y del número de parejas sexuales; aumento del uso de preservativos y métodos anticonceptivos; disminución de comportamientos sexuales de riesgo; incremento del conocimiento, la percepción del riesgo y la autoeficacia para evitar relaciones no deseadas y protegerse; y/o mejora de la comunicación con padres y madres, personas adultas, pares y parejas.

Al final, estos contundentes resultados derivan en una reducción sistemática de los indicadores de uniones tempranas, fecundidad adolescente, abortos, ITS, violencia de género, muertes maternas, muertes neonatales, consumo de drogas y deserción escolar y universitaria.


[1] Oficina Nacional de Estadística (ONE) (2024): Infografía Embarazos en Adolescentes 2023.

[2] Ibidem.

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