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La era de la incertidumbre. Cuando se vislumbraba luz para la salida de la pandemia y la desglobalización, un respiro mundial, una nueva crisis se inicia, esta vez, bélica: de implicaciones incalculables.
Dada la preponderancia de la situación internacional de la crisis, producto de la guerra entre Rusia y Ucrania, entendemos oportuno reproducir algunas reflexiones contenida en el trabajo que publicamos en febrero del 2018, en este diario, titulado: “Putin: ¿socialista o zarista?”.
“…Ante un escenario donde una élite mundial que carece de cohesión, cabe preguntarse:
¿Qué pasaría ante el advenimiento de una nueva crisis mundial?, ¿Cómo y cuál sería la capacidad de respuesta? Estas interrogantes ponen de manifiesto la necesidad de que los líderes busquen la forma para ponerse de acuerdo.
Es por estas razones que hemos querido dedicarle este trabajo a un líder de importancia en estos momentos de Europa: Vladimir Putin, actual presidente de la Federación Rusa, quien lleva en el cargo 13 de los últimos 17 años con perspectivas de continuar por un largo tiempo. El nuevo zar, como se le denomina, muestra un sentimiento de grandeza y poder. Putin se caracteriza por tener una tendencia autoritaria y derechista.
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Putin ha sabido buscar sus aliados, atrayendo al Medio Este, aprovechando la diferencia de las principales facciones: los Zuni y los Chiitas, para formar una alianza estratégica con Irán y manteniendo control sobre Siria, mientras que, por otra parte, ofrece apoyo a los rebeldes de Yemen.
Putin proviene de una familia de origen humilde y se graduó con honores de Derecho. Ingresó al servicio de espionaje de la KGB, destinado a Alemania. Es, en ese momento, cuando su presencia se vuelve imponente, y aprovecha la coyuntura para sacar a Rusia del “caos” en que se encontraba en la década de los noventa y la posiciona como un país que se debe considerar en el mundo.
El zarismo fue la forma de gobierno que prevaleció en Rusia desde el 1547 hasta el 1918, se proclamaban “autócratas” cuya fundamental base de poder deriva del matrimonio con la Iglesia Cristiana Ortodoxa. Rusia se encuentra, una vez más, bajo la soberanía de un zar. Aun cuando hoy en día presume tener una democracia participativa, esta democracia “soberana”, en la práctica, es autoritaria y, al mismo tiempo, limita a muchos de sus vecinos.
Muchos se preguntan en qué se sustenta la alta popularidad y aceptación de Vladimir Putín, dada la forma autocrática y plutocrática de como maneja el Estado. Esta popularidad se debe, principalmente, a que el pueblo lo visualiza como el hombre que impidió que se hundiera la “Madre Rusia”. Para la gran mayoría, Putin es el salvador de la patria. El que evitó la desintegración de Rusia, ya que llegó al panorama justo después del desprendimiento de Ucrania…”
Los acontecimientos continúan desarrollándose y la incertidumbre cubre los pueblos del mundo. Continuaremos abordando este tema que posee una importancia vertical.