A pesar del pesimismo que pueden generar las acciones o comportamientos de funcionarios de los pasados, actuales y futuros Gobiernos, siempre habrá un grupo de optimistas que aspiran a que se transforme el presente secuestro de fondos públicos de parte de sanguijuelas corruptas conocidas como políticos, aliados a empresarios inescrupulosos que comparten el vicio de nutrirse del patrimonio estatal.
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La delincuencia, desafiante de las autoridades policiales y judiciales, es un monstruo de cuatro cabezas que oprime a la sociedad, compartiendo el trágico protagonismo que acorrala a la población y muchos quisieran que surgiera dentro del seno del pueblo un líder que, al estilo del presidente salvadoreño Nayib Bukele, enderece la infausta y peligrosa ruta por la que camina la nación dominicana y es aquí precisamente donde surge un oprobioso y negro pesimismo porque el grado de deterioro político y social es homogéneo o igual en las 31 provincias del territorio nacional y eso haría necesaria la existencia de 31 “bukeles” como líderes o cabecillas del proceso de cambios auténticos en cada una de ellas.