Las últimas propuestas orquestada y articuladas por la ONU, Caricom y la OEA lucen que desconocen los antecedentes histórico-sociales y políticos del pueblo haitiano. Plantear una salida consensuada entre tres representantes en el Gobierno para establecer una democracia a través de elecciones es una miopía de la geopolítica de la ONU en Haití.
Meses antes, la salida era la ocupación militar de Kenia, pero también quedó demostrado que no se sabía quién pagaba el dinero y, mucho menos, el consenso del Gobierno y congresistas de Kenia que no llegaron a ponerse de acuerdo.
El primer ministro, Ariel Henry desertó del poder y anda buscando refugio en Puerto Rico y EEUU; sin ninguna salida política, pues, no cuenta con liderazgo, carácter y temperamento para controlar bandas, el desorden, el terror y los crímenes de grupos paramilitares, narcotráfico, y la delincuencia armada que impone el caos, el miedo y el control de la ciudadanía, el comercio y las instituciones.
La ONU y Caricom no recuerdan que los cascos azules abandonaron Haití declarando que: es “un país inviable, sin domesticación y de un comportamiento socio-cultural de siglo XIX”, donde no se podría ejercer la construcción democrática ni ponerse a tono con el bienestar y el desarrollo sostenible.
Puede leer: El tránsito: estrés, agonía y angustia
Haití posee la pobreza más grande del continente Americano, donde no existe clase gobernante, ni clase media, ni partidos políticos, ni sindicatos, ni sociedad civil que, puedan sentarse a discutir un proyecto de nación con gobernanza para los próximos 30 años, bajo la supervisión y ocupación de la ONU y organismo internacionales de Francia, Canadá y EEUU.
El atraso estructural de Haití, su ausencia de reglas políticas, de falta de transculturización, y de adaptación socio-cultural para conectar con la nueva civilización occidental, lo mantiene circulando y repitiendo los mismos comportamientos de finales de siglos XVIII y XIX.
El asesinato del presidente Jovenel Moisés, Haití entró en un desorden político-social, donde las mafias, bandas, el narcotráfico y el crimen organizado, dirige y controla el país, el comercio de armas, drogas, alimentos, medicina, lavado de dinero, etc.
Los que dirigen las bandas, o el crimen organizado no tienen conocimiento político, ni social, ni económico, para detenerse a buscar una salida organizada, reflexiva, consensuado, de alternabilidad y sostenibilidad para impulsar al pueblo haitiano al orden, la institucionalidad y la paz social.
Al pueblo haitiano como alternativa política, solo le queda la ocupación militar de las grandes potencias, abastecimiento de comida, medicina y pequeñas infraestructuras para volver a la normalidad, bajo el control militar por varios años.
El otro camino, es preparar una persona con “liderazgo fuerte” que ejerza el poder, bajo la supervisión de las potencias, para ejercer el control de armas y grupos de delincuentes y psicópatas, bajo la fiscalización de la ONU y la inversión económica y logística internacional.
Aunque se escuche mal, los haitiano funcionan bajo el imperio de la Ley, la fuerza y el orden de finales de siglo XIX, pero hay que ocuparse de Haití.
Lo planteado en Caricom y la ONU son propuestas para ganar tiempo y presionar a la Republica Dominicana. A nosotros como país, nos conviene estar unidos con un solo discurso y una sola consigna: defender nuestra constitución y nuestra historia; La salida haitiana no es posible en dominicana, ni con los dominicanos.