Los partidos de oposición que pretendan mantenerse como opciones de poder están obligadas a un proceso democrático de sustitución de las directivas y de los organismos cúpulas, como forma de garantizar la transición a un liderazgo capaz de sintonizar con una sociedad diferente, que no está mirando el retrovisor de las realizaciones, por cierto, múltiples en las cinco administraciones del PLD, y aspiran un país de mayor equidad, progreso colectivo y transparencia.
En el caso del PLD , el más grave descalabro de una organización en tan solo cuatro años, está obligada a un “mea culpa” colectivo y una renovación escogiendo sus mejores hombres y mujeres, independiente de la edad, para emprender el difícil camino de reconquistar el voto perdido.
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En 2016 Danilo Medina rompió un récord logrando el 61.74%, 29 senadores y 120 diputados; disponía los poderes y de un entorno exógeno favorable para impulsar un proceso de reformas estructurales e institucionales, pero se dedicaron a otros menesteres y a tratar de perpetuarse en el poder; pero carecía de las 2/3 partes en la Cámara de Diputados, para lo cual debía “convencer” varios legisladores, pero la oposición de masas de Leonel Fernández y Luis Abinader y una llamada de Washington del entonces secretario de Estado Mike Pompeo abortaron el intento reeleccionista.
Luego el fraude en las primarias, la división del partido, el “foul” del aborto en las municipales y la ocupación de la Plaza de la Bandera, alinearon los planetas en posición adversa al PLD, sumado al error de Danilo Medina, seleccionando al peor de los precandidatos, Gonzalo Castillo, y el partido fue destronado obteniendo el 37.46% de los votos, 6 senadores y 79 diputados de los cuales una parte importante emigró hacia la FP y ahora en 2024 cayeron a un tercer lugar con 10.39%, ningún senador y apenas 13 diputados.
El presidente del PLD, Danilo Medina, así como el secretario general, Charlie Marioti, acaban de anunciar que no participarán como candidatos en el próximo congreso; obviamente esto no es suficiente, deben someter a elección todos los cargos, el Comité Político y el Central; la formula de ampliar sus miembros dejando los anteriores es un mero maquillaje donde Danilo Medina seguiría mandando detrás o dentro del escenario.
La Fuerza del Pueblo no escapa a un proceso de renovación y fortalecimiento de la marca, a pesar de haber aumentado en la elección presidencial de 8.9% en 2020 a 28.28% en 2024, con tres senadores, 28 diputados y el icónico triunfo de Omar Fernández cuya victoria contra el Gobierno lo catapulta como la nueva estrella política surgida de este proceso.
En nuestro país los partidos en el poder solo son derrotados por una grave crisis económica, como a Hipólito en 2004, o cuando se dividen en el poder o en la oposición, como el PRD, o ambas cosas a la vez como aconteció al PLD.
Un PRM fortalecido, con un Presidente que goza del endoso mayoritario de su gestión, si impulsa las reformas estructurales e institucionales, mantiene a raya la corrupción y se preserva el crecimiento con estabilidad, con una oposición dividida, podría el partido repetir la hazaña de 16 años encumbrados en la cima del poder político.
La organización que no obtempere a la renovación, el proceso la enviará al contenedor de basura de la historia.