En atención a la anarquía reinante en Haití y que coloca en situación de inseguridad a la mayoría de sus habitantes, la agencia de la Organización de las Naciones Unidas, ACNUR, persiste en demandar al resto de los países del contexto a brindar acogida ilimitada a aquellos que escapan de la violencia; auxilio humanitario justo que no puede resultar absolutamente válido para aquellos Estados susceptibles de experimentar severos trastornos internos e institucionales derivados de limitaciones territoriales, económicas y de capacidad de ejercer control del orden público, sumados a imperativos históricos e étnicos ampliamente conocidos.
Abrir República Dominicana de par en par a un predecible éxodo tendría un efecto demográfico multiplicador sobre 48 mil Km. cuadrados (Haití supera en población a Rep. Dom.) sobre los que casi desde siempre gravitan altos costos al erario por destinar gran parte de su personal de defensa y seguridad a servicios fronterizos sobre viajeros.
Una generosa hospitalidad que llega a extremos porque se trata de personas que predominan como mano de obra en importantes áreas de la economía más allá de lo que la propia ley permite.
Ningún otro país de América está sometido a que una elevada proporción de sus gastos en atenciones a maternidad resulte consumida por extranjeras no reguladas como ocurre con las haitianas en esta parte de la isla Hispaniola.
El sentido de solidaridad con estos seres humanos nunca ha faltado y cabe reconocerlo al calificar al país.