La loca de la casa vs. el pensamiento crítico

La loca de la casa vs. el pensamiento crítico

Carlos Marx

La mente discursiva también llamada “la loca de la casa” nos lleva de un lado a otro en un mundo de inestabilidad y superficialidades. Nos mantiene inmersos en un mundo imaginario, en una existencia ilusoria. Nos hunde, sin darnos cuenta y con frecuencia, en un estado de miseria neurótica. Se trata de lo irracional, ciega impulsividad e inconciencia. Consentimos que la loca de la casa nos domine y encauce por el camino de las inconsistencias y falsas apariencias. Los pensamientos surgen sin cesar, preñados de problemas cotidianos simples y complejos, deseos sin fin y ansiedades de todo tipo de procedencia, sobre todo de sitios de negatividad y oscuridad. Nos asaltan y acompañan todos los días y a todas horas. Son pensamientos involuntarios a los que estamos acostumbrados. Sí, así es, nos dejamos distraer de manera continua por estos fenómenos que solo cargan en su seno sandeces ordinarias.

“La loca de la casa” es una frase común en Oriente. Según Pisculic (2018): “Esta frase no se refiere a la imaginación creativa y útil, sino al discurso interminable de nuestros pensamientos. Santa Teresa, que nació en España en 1515, compara a este desgastante diálogo interno con la «tarabilla» del molino, una pieza de madera cuya principal función era hacer un ruido constante, simplemente para indicar que el molino estaba funcionando. Y sugiere «dejar hablar a esta loca», sin interrumpirla, pero sin prestarle atención”. El escritor español Benito Pérez Galdós publicó en 1892 una novela con el mismo nombre; al igual que lo hizo Rosa Montero en 2013, entre otras obras con el mismo título.

El yo consciente está ausente cuando la loca de la casa se expresa en toda su cotidiana magnitud. Cuando pensamos de esta manera y actuamos de forma automática estamos dormidos. Se trata de un sueño de ojos abiertos. Pero para abordar el mundo de manera consciente y que nuestros pensamientos estén dirigidos hacia un fin, la forma más efectiva de acercarnos a la visión auténtica del yo consiste es traer primero a la conciencia las manifestaciones del falso yo. No debemos dejar que nuestros pensamientos mecánicos y erróneos influyan en nuestra comprensión. La estrategia de la atención pura; las prácticas meditativas, la concentración, la atención plena y la indagación analítica hablan de temas que están al frente de la preocupación contemporánea. Vivir el aquí y ahora, concentrados en aquello que nos interesa desarrolla en nosotros la capacidad de trabajar con una presencia atencional que despierta la conciencia.

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Si los sentidos están unificados, se puede percibir la verdadera concentración atencional, tan necesaria para los estados de reflexión y análisis crítico. La mayoría de la gente actúa valiéndose de su conciencia y de su saber, siempre limitadas. La verdadera creación, la acción justa, proviene de la sabiduría; no surge de la conciencia, sino de las profundidades del espíritu. La esencia se hace entonces fenómeno. Tal como hemos dicho, la vida está llena de ilusiones, estados de sueños y pequeños despertares inevitables para la gente común. Pero aquel que desea vivir en un mundo consciente debe estar plenamente atento a la acción presente. Ser y estar siempre en lo que se piensa, se dice y se hace… Concentrarse en cada acción y pensamiento. Asimismo, ello es imperativo cuando se busca evidenciar las verdades ocultas o nuevas teorías que surgen del uso adecuado del pensamiento crítico.

Muchos pasan por la vida sin saber que pasaron (evocando a José Ángel Buesa); sin cuestionar su existencia y su pensamiento. Otros, obsesivos con la existencia necesitan concebir preguntas fundamentales para descubrir respuestas vitales. Esta preocupación por recuperar todos los aspectos del yo y del mundo en que le tocó vivir es inherente al ser humano racional. Estamos distanciados no solo de estos aspectos de nuestro carácter sino también de nuestra propia naturaleza, de nuestras propias mentes. La paradoja es que lo que tomamos por real (el yo del pensamiento discursivo) se construye a partir de una reacción contra lo que no deseamos reconocer, de ahí la importancia del pensamiento crítico. Este tipo de pensamiento proviene de una inteligencia aplicada capaz de un pensar de forma original e integral, concentrada, consciente, atenta. El pensamiento crítico despierta un sentimiento que predispone a la reflexión, la comparación, la argumentación, la discriminación y la acción inmediata. De esta manera, las imágenes que surjan de él pueden ser empleadas en el futuro proyectándolas hacia otras mentes.

¿Es el pensamiento crítico parte natural del proceso de pensar o acaso es el resultado de una decisión, consciente y dirigida, que nos lleva a reflexionar sobre algún tema, determinar las preguntas clave o fundamentales que surgen del estudio, analizar las mismas para luego buscar posibles respuestas? Entonces, pudiéramos aplicar la capacidad de categorizar lo pensado en grupos diferentes según su clase y proceder a discriminar lo que nos luce la solución ideal a través del uso del raciocinio. Este tipo de pensamiento se refiere a la “capacidad de analizar y evaluar la consistencia de los razonamientos” (Pérez Porto, J., Merino, M., 2008).

El pensamiento crítico es consciente, no involuntario. Tiene un propósito y es direccionado por el yo. Regularmente busca solucionar un problema o reflexionar profundamente sobre un tema. Por definición, es un proceso reflexivo en donde el individuo usa la razón fundamentada con argumentos lógicos, fuentes confiables de conceptos y datos, información y evidencia. De hecho, está fuertemente ligado a la expansión del conocimiento y favorece a que podamos constituir nuestras propias ideas, opiniones, juicios y una cosmovisión que nos permite actuar en consecuencia. Se trata de un tipo de pensamiento reflexivo y racional por esencia, parte de la duda y se rige por la lógica. En otras palabras, el pensamiento crítico es la habilidad de pensar racionalmente para construir una conexión lógica de ideas, al tiempo que se evitan los sesgos o cuellos de botella.

El virtuoso grupo de filósofos que mencionaremos a continuación fue capaz de hacer un uso riguroso del pensamiento crítico para llegar a sus célebres teorías: Sócrates y su mayéutica, Platón y la dialéctica que utilizó para describir su teoría del mundo de las ideas, Aristóteles y su retórica, Hegel con su tesis, antítesis, síntesis y su teoría del amo y el esclavo, Marx y su teoría del valor, en fin… Tras el estudio y sustentación de sus propias teorías: contrastar la información obtenida, analizar las observaciones, inspeccionar los hechos, ponderar las evidencias y argumentos disponibles formaron un juicio sobre los temas que los ocupaban. De vital importancia es la atención concentrada sobre aquello que se piensa y observa, la valoración de la evidencia fáctica, el sopesar, discriminar, seleccionar, tomar la mejor decisión ya sea para crear teorías o para actuar. Cuando de todo ello interpretamos e inferimos ideas podemos generar una postura personal o teorías propias que al ser repetidas por otros y confirmados los mismos resultados demuestren ser ciertas.

Reafirmamos que el pensamiento crítico surge, sobre todo, de la duda, de no creer ciegamente en nada sino de estar abierto a la reflexión, al análisis profundo del hecho que se pretende aclarar, al deseo de salir de la incertidumbre. La duda como punto de arranque de cualquier razonamiento o como principio de la sabiduría como diría Descartes. Dudas que suscitan en el individuo preguntas fundamentales que permitirán, en la mayoría de los casos, encontrar respuestas específicas. Muchas son las presunciones que pululan en el ambiente, muchas de ellas falsas premisas. El ser humano duda y a partir de ello busca esclarecer sus dudas, cuestiona, busca respuestas. “No aspira a alcanzar una verdad absoluta, sino a profundizar en prácticas y estrategias que nos permitan someter nuestras convicciones, y las de otras personas, a discusiones” (Laos-Diez, 2022). Aseguremos el uso y dominio del pensamiento crítico en las escuelas y universidades para ser capaces de diagnosticar los asuntos que deben ser estudiados a profundidad por las humanidades críticas de este tumultuoso mundo.