Cada exposición de Soraya Abu Naba’a es un acontecimiento. Así se espera de una artista contemporánea joven, con altos estudios internacionales y que no ha dejado de perfeccionar sus talentos.
Al igual que en la inolvidable individual del 2015, ella presenta en Bellas Artes una muestra diversa, atrevida, extensa, sin repetirse, pasando de instalaciones más impactantes que nunca, a dibujos y pinturas de excelente calidad.
Un atrevimiento, mayor y muy bien recibido, es que también Soraya nos invita a caminar, dentro y en torno a sus “estructuras” ambientales. La sorpresa, sobre todo para quienes descubren la pluralidad creativa de la artista, comienza desde el umbral del circuito expositivo, continúa espacio por espacio, invita a devolverse, detenerse y volver…
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Una originalidad criolla
Desde hace varios años, Soraya ha investigado y utilizado metódicamente las “pellizas” y sus retacitos de telas. Los (re)hace mucho más atractivos: transforma la técnica artesanal en un material escultórico.
Las pellizas, montadas en instalaciones impredecibles, se convierten en piezas únicas, combinaciones formales y cromáticas que además se prolongan con alambres encintados multicolores. La imaginación creadora es hoy muy fuerte, y las metamorfosis encantadoras.
El conjunto brilla por su originalidad, hasta por sugerencias lúdicas o sea un juego que ha pedido un inmenso trabajo, dirigido y realizado durante días en el mismo lugar de exposición. No hay contradicción ni contrapunto, sino obras, a la vez orgánicas y compuestas, que se suceden, se separan, se contorsionan, se fusionan.
El título de la exposición -que todavía la artista no había puesto- fue un hallazgo de Salvador Bergés, acogido alegremente : “Naturaleza mutante”. Lo interpretamos como alusión metafórica a este florecimiento que construye un laberinto, se trepa por las paredes, entra, sale, llega a invadir el piso. El dinamismo, desde los detalles hasta la composición, del colorido a la volumetría, bien corresponde a la denominación de naturaleza mutante.
Sin embargo, no se trata solamente de un compromiso decorativo. Soraya siempre ha demostrado una preocupación social, y por la condición de género particularmente. Una instalación fascinante, que calificaríamos ejemplo estupendo de nueva escultura, amontona y dispone en círculo muñecos de tela, yacentes como si fueran mujeres derribadas.
Otro dato consiste en que Soraya Abu Naba’a es su propia museógrafa. Ella ha dispuesto los espacios, acordes con las obras, multiplicando los focos de atención y de contemplación en el Salón de la Cúpula y sus salas adyacentes.
Dibujos y pinturas
Ahora bien, junto a las instalaciones, Soraya expone cuadros sobre papel o lienzo, ¡combinando las categorías plásticas, lo que en ella es costumbre! Los formatos y las técnicas varían, pero muestran todos ejecución rigurosa, gran limpidez, ritmos interiores. Muy pocas veces, hemos encontrado a una artista que utilice con tanto refinamiento y rigor los lápices de colores…
Con una construcción impecable, uniendo lo formal y lo conceptual, sobre papel o lienzo, Soraya ha conservado y actualizado sus morfologías del cuerpo humano y de retratos de familia reales-imaginarios, y les agregó un paisajismo fantástico de figuración casi onírica, minuciosamente realizada.
Dibujos y pinturas están muy bien colocados, a modo de descanso dimensional, en salas y paredes: la luminosidad es distinta, dominando el blanco ambientalmente. Estas piezas multiplican las miradas y son revelaciones, aun para quienes conocían la producción anterior. Además, nuestra lectura está guiada por textos analíticos para cada sección de obras, a veces priorizando una en particular. ¡Cuando los artistas escriben, nadie lo hace mejor!