- Franklin Mieses Burgos (1907-1976), es el gran lírico de la poesía dominicana. Es uno de los más grandes poetas de América, pero su figura ha quedado ocultada bajo la sombra de los años.
¿A qué se debe que un poeta tan excepcional, apenas se menciona en los caminos de la literatura hispanoamericana? - Una tesis y un reclamo. Es todo lo que puedo acercar a decir en este fragmentado artículo. Es una circunstancia impuesta por el olvido. Podríamos contestar la pregunta con variadas respuestas.
Comenzar por las escasas ediciones de su obra. La “Antología poética” de Franklin Mieses Burgos, publicada por su compañero de lírica Freddy Gatón Arce (1948).
Luego se vuelve a publicar en 1986. “Clima de Eternidad” (1944) fue publicada por la Ucamaima en Santiago, bajo el cuidado de Héctor Incháustegui Cabral, en 1986.
Agregamos una antología publicada por la Feria del libro (“Obras completas”, con prólogo de Federico Henríquez Gratereaux (2006), y una última por la Editora Nacional, (“El sembrador de veces”, (2017). - La bibliografía consagrada a su obra se compone de tres libros: “Franklin Mieses Burgos, ¿maestro de Borges?” (1998), de Nelson Julio Minaya; el estudio “La poética de Franklin Mieses Burgos”, (1997), de Diógenes Céspedes; y “Franklin Mieses Burgos, tres poemas escénicos”, de Giovanni Di Pietro, (2008).
Luego tenemos artículos, introducciones de obras de Federico Henríquez Gratereaux que, desde la revista “Testimonio” (1964), comenzó a escribir sobre el poeta (“La feria de las ideas», 2001), y quien ha sido el más reiterado defensor de su inigualable poesía.
Habría que anotar aquí ensayos de León David y una entrevista de Guillermo Piña Contreras, en “Doce en la literatura dominicana” (1982). - Minaya buscó en una lectura muy particular y vio en la poesía de Franklin, un inicio del autor de “Fervor de Buenos Aires”. Más bien, un cambio en la lírica de Borges parece tener una coincidencia innegable con la poesía del poeta dominicano.
El estudio de Nelson J. Minaya, ido lamentablemente a destiempo, es una obra que demanda otras lecturas… - Franklin es el más grande lírico de la poesía dominicana, y su poesía, que prodiga las referencias al silencio, parece haber sido sepultada por el cambio de paradigma poético operada en la misma generación del 1930. Y como se ha dicho ya, con el cambio en la cultura de occidente, a partir de la Primera Guerra Mundial.
- Mieses Burgos fue un poeta solitario. Pero no tan solitario, porque muchos poetas lo siguieron y él creó una corriente de la lírica dominicana que tuvo sus seguidores en el Caribe.
Basta ver los poetas caribeños que publicaron en la Revista de la Poesía Sorprendida en la década de 1940. Busquemos el entrecruzamiento de su poesía con la del lírico puertorriqueño Francisco Matos Paoli, colaborador de La Revista, por ejemplo. - Franklin Mieses Burgos fue un poeta del individuo. Perteneció al último eslabón del romanticismo europeo en América. Y la última estación del barroco español, nuestro neobarroco; a la caída de la filosofía del individuo a favor del colectivismo, que nos llegó luego de la Primera Guerra Mundial. Poesía de una individualidad que buscaba el hombre universal, cuando el bípedo universal se asomaba a su gran crisis.
- También es un poeta a la sombra de grandes líricos que lo influyen y lo hacen una síntesis de la mejor poesía: Rilke, William Blake, Sor Juana Inés de la Cruz, Paul Valery, Lorca, y tantos más que iluminaron las noches temáticas con una filosofía sobre el destino y los misterios del hombre, que quedan en su poesía superados, a veces, y referido, otras.
- Lo que hace a su poesía un dechado de particularidades es su lenguaje. El uso de la metáfora. Ese no mirar lo que pasa y lo que ocurre. Franklin Mieses Burgos pudo borrar todas las huellas de su paso como lector de poesía. Pero su poesía es toda la gran poesía universal.
Digo esto, porque reclama otras lecturas, porque su cadáver no ha bajado del todo a la tumba, porque es un muerto que no tiene quien le escriba, porque los intereses humanos cambiaron muy temprano y se quedó solo y olvidado. - Franklin Mieses Burgos y Gatón Arce modificaron la máquina de la poesía en el país. Le quitaron el sentido galante, las naderías de Fabio Fiallo y todo lo que le aportaron los modernistas como Alfonseca.
Ellos colocaron la poesía en las grandes corrientes universales de la lírica. Y al darle ese cambio, le quitaron lo particular y la llevaron a los ríos inmensos de una lírica que era ya solo lenguaje.
Esto se aprecia en sus ideas literarias. Para Mieses Burgos es más cierto en su práctica, aunque en Freddy Gatón Arce hay muchos poetas, además. - En la gran revolución del irracionalismo poético (véase el clásico de Carlos Bousoño: “El irracionalismo poético, el símbolo” (1977), Mieses Burgos no se dejó llevar por las estridencias de los surrealistas. Le dio a la poesía su propio lenguaje.
Usó un conjunto de símbolos que lo acercaron a los poetas de la angustia, a los poetas del existencialismo, en una existencia universalista que pagaría sus deudas con la Segunda Guerra Mundial y el nacimiento de un mundo del utilitarismo, del mercado abierto a nuevas formas productivas y de consumo.
El ‘mundo desbocado’ que sepultó al individuo y todo lo que adelantó para ello el romanticismo filosófico. - Antes de la publicación de la poesía de Mieses Burgos, Domingo Moreno Jimenes había surgido como un vanguardista que cuestionaba las propuestas europeas y pedía una revolución de la poesía de América; desde el aldeanismo, que era nuestra patria grande “Manifiesto”, (1921). Moreno era un aspirante a poeta latinoamericano, pero, también, un juglar de clerecía.
- Mieses Burgos le quedó, por el contrario, todo el ropaje nacional a la poesía. Todo el criollismo de las primeras décadas, el lenguaje común que buscaba la complicidad del pueblo, para hacer solo la poesía de ese hombre universal que pretendieron los vanguardistas y que estaba herido, ya no solo por el cielo, sino, por nuevas formas de alienación, que nos llevaron por los caminos de la vida que transitamos.
- La poesía sorprendida saldó sus cuentas con el postumismo. La declaración de esa guerra tiene un documento fundamental. Allí podrán encontrar los estudiosos de la poesía, que es parteaguas entre dos visiones poéticas en nuestro país. Pero, también, tuvo polémicas con los poetas sociales, algunos de los cuales hacían lobismo en la dictadura.
La polémica entre sorprendidos e independientes es muy reveladora de las diferencias poéticas que se dieron a partir de 1930 en la poesía dominicana y en la de América. - Si bien la dictadura no creó una corriente poética, vivieron y se amoldaron a la dictadura. Así estuvo en juego la instrumentalidad del discurso. La poesía de Mieses Burgos jugó una política del decir y el vivir que rompió con los valores de la dictadura.
Se refugió en el hombre universal, en lo único que le quedaba al individuo rodeado, por una parte, por el signo del colectivismo y las ideas populistas atrapadas en el discurso y en las prácticas autoritarias.
De ahí que fuera una poesía que tendría que pagar a los cardenales de la cotidianidad, con el tributo que le hacen las cosas al olvido frente a un tiempo presente.
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